10 cosas que todo esquiador debería vivir

10 cosas que todo esquiador debería vivir

Seguro que alguna vez se os pasado por la cabeza, aunque fuese en esos años más complicados de la adolescencia, hacer una lista con la lista de cosas imprescindibles que queréis hacer en la vida.

La típica lista en la que casi todo el mundo escribe entre las opciones plantar un pino (¡literalmente por favor!) o escribir un libro.

Pues bien, nosotros hemos hecho nuestra propia lista, centrada en las 10 cosas que todo esquiador debe vivir alguna vez en la vida.

Por supuesto, está hecha con toda nuestra buena intención, pero solo refleja nuestro parecer al respecto.

Eso no significa que lo que aquí no aparezca, no sean imprescindibles. Hasta nosotros hemos dudado en más de una ocasión, y hemos dejado de lado opciones que nos apasionan.

Si alguno de vuestros imprescindibles no aparece, no os lo toméis a mal…. Es que hemos decidido limitarnos a 10, si no la lista sería infinita.

10 cosas que todo esquiador debería vivir alguna vez

Es el sueño de la mayoría de los esquiadores. El fuera-pista llevado a una dimensión única y paradisíaca. El helicóptero te deja en lo alto de una cima virgen y tú sólo debes preocuparte de esquiar su nieve polvo.

Bien, y de pagar la factura al final de la fiesta. De media, un paquete básico de heliesquí con cualquier operadora (Last Frontier, TLH, CMH o Mike Wiegele, etc.) son unos 6.000 euros -billetes de avión a Canadá no incluidos-. Un sueño hecho realidad.

La estación austríaca es famosa por sus pistas, sus montañas, sus paisajes, sus remontes de última generación, la calidad de su nieve y su reputada escuela de esquí. Pero también por las juergas que se montan antes incluso de cerrar los remontes.

La fiesta comienza hacia las 16 horas y acaban a altas horas de la madrugada aún con las botas de esquí puestas. En el mítico pub Mooserwirt se lían muy gordas.  Muy divertido.

Desde el centro de Chamonix, el teleférico de la Aiguille du Midi -el más alto de Europa- sube en unos 20 minutos hasta los 3.842 m, donde las vistas a 360° de todos los Alpes franceses, suizos e italianos son inconmensurables.

Desde allí parte uno de los itinerarios más míticos del esquí fuera-pista, la Vallée Blanche, 20 km de descenso y casi 2.700 m de desnivel en un marco montañoso insuperable dominado por el Mont Blanc (4.810 m). Una gran experiencia, descomunal.

En los Dolomitas italianos encontrarás más de 1.200 km de pistas interconectados, y entre todo ellos destaca la mítica Sella Ronda, una de las mayores rutas esquiables que existen, un circuito circular de 42 km que bordea el macizo montañoso del Sella.

Se puede hacer en los dos sentidos recorriendo paisajes dignos de admirar. La Sella Ronda atraviesa los valles de Val Di Fassa, Arabba, Alta Badia y Val Gardena enlazando por cuatro pasos míticos: Pordoi, Campolongo, Gardena y Sella. Espectacular.

Hokkaido, la isla más norteña de Japón, es conocida mundialmente por la calidad de su nieve polvo, ligera y seca. Con un promedio de precipitación anual de 15 metros, se ha convertido en lugar de peregrinación para esquiadores de todo el mundo, que buscan el powder de sus idílicos bosques plateados.

La principal ciudad es Sapporo, sede olímpica en 1972, y cuenta con varias estaciones de esquí. Niseko, con 60 pistas y 30 remontes, es la más famosa. Esquiar en Hokkaido es toda na aventura.

Si eres un buen aficionado al esquí, pocas cosas te acelerarán el pulso como asistir a la más mítica de las pruebas de la Copa del Mundo, el descenso de Kitzbühel, en Austria. Durante varios días todo el país sucumbe a los efectos de la fiebre de la Hahnenkamm.

El ambiente en la ciudad y la estación son extraordinarios, con decenas de miles de incondicionales animando a los corredores. Saltos de hasta 80 metros, pendientes del 85 % y velocidades de hasta 140 km/h en una de las pistas más difíciles del mundo te pondrán la piel de gallina. Vibrante.

Bariloche, Las Leñas y Ushuaia, en Argentina, o Portillo, El Colorado y Valle Nevado, en Chile. Esquiar en cualquiera de las estaciones del hemisferio sur en pleno agosto, mientras aquí la gente se abrasa en las playas, es una experiencia mágica.

Ayuda la hospitalidad, el idioma, la gastronomía y los precios, favorables al cambio. Otra opción interesante es Nueva Zelanda. Enriquecedor.

Esquiar bajo el sol de media noche es posible en algunas estaciones del círculo polar ártico, donde se encuentran las más septentrionales del mundo. A partir de abril, cuando los centros invernales cierran sus puertas, en lugares como Narvik (Noruega) o sobre todo en Riksgränsen (Suecia), a 300 km al norte del círculo polar, llega el momento álgido.

Durante los meses de mayo, junio y julio prácticamente sólo abren a partir de las diez de la noche, cuando desde el horizonte el sol ilumina sin tregua las montañas. Idílico.

Aunque tradicionalmente hayan sido las estaciones de Colorado las más famosas de Norteamérica, lo cierto es que la mejor nieve cae en Utah. La clave es que el porcentaje del contenido en agua de la nieve en estaciones como Alta o Snoewbird acostumbra a estar por debajo del 7 % (en los Pirineos suele estar por encima del 12 %), y por eso el resultado es una nieve seca, fría y ligera como un suspiro.

Como escribía Xavi Fané en Solo Nieve nº 38: “No se trata de una nieve cualquiera, sino de la más ligera e insustancial del planeta y quizás del sistema solar”. Orgásmico.

Y por último, una de las nuestras, que no por ello deja de ser puro exotismo capaz de alucinar a todo aquel que la visita por primera vez. Sierra Nevada es la estación más al sur de Europa, y a la vez la más alta de la Península.

Desde lo alto del Veleta (3.398 m), las vistas son un espectáculo. La panorámica sobre Granada, la costa andaluza, el mar Mediterráneo y las montañas del Rif marroquí es impresionante. El sol, su nieve, el clima y el salero andaluz la convierten en una estación especial de visita imprescindible. Especial.

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