Ya está, lo peor ha pasado. Parece que era ayer cuando estábamos en bañador despidiendo la temporada en Masella y de repente llega el verano, abren las estaciones del hemisferio sur y ¡zas! ya quedan menos de 150 días para calzarse los esquís.
No sé cómo lo vivirá cada uno, pero esta época del año es la mejor para llevar bien el tema de la no-nieve. Muchos planes alternativos, deporte al aire libre y con las vacaciones a la vuelta de la esquina, por lo que yo me siento la mar de animado.
Eso sí, con una antena siempre puesta en que se acerca una nueva temporada y ya se sabe, que si el material, que si el club, que si… Pero lo más importante, no es momento de dormirse. Llega la hora, si todavía no te has puesto, de empezar a coger tono para la llegada del otoño. Porque no nos daremos cuenta, las vacaciones se habrán acabado y llegará ese fresquito matinal que nos hará saltar todas las alarmas si no hemos hecho los deberes de verano y ya estaremos en la antesala del invierno.
Pues nada, mucho ánimo, que ya sólo quedan 150 días. A disfrutar del verano y a volver con las pilas bien cargadas para una nueva temporada. Qué maravilla de deporte el nuestro, que nos obliga a parar. Porque sino, algunos nos volveríamos locos.
Lo veo conservador, seguro que son menos
¡Y yo!
Oye, que yo también confío que sean menos. Al menos en Masella 🙂
Objetivos asumibles, que sino luego viene el llanto y crujir de dientes
Powder, me quedo con la última frase de tu post. El esquí no sería lo mismo si se pudiera hacer todo el año.
¡Ahí lo dejo!
Totalmente, es una de las cosas interesantes del esquí, que tanto duele cuando se acaba pero que tanto emociona cuando vuelve a empezar una temporada. No podría ser lo mismo!
Tachando los días del calendario, jajajaja
Es irremediable…