Ayer, coincidiendo aún con los Juegos Olímpicos de Beijing 2022, se cumplieron 50 años del oro que Paco Fernández Ochoa logró el 13 de febrero de 1972 en los JJOO de Sapporo.
Un oro que significó mucho para el deporte español pues fue el primer oro olímpico para un deportista de nuestro país, tanto de unos juegos de invierno como de verano.
Pero las consecuencias de esa gran gesta deportiva fueron mucho más allá de la alegría pues, alcanzado en una época en la que se auguraban grandes cambios para el país, también fue la mecha que necesitaba la industria del esquí para acabar de despegar en España.
En gran medida gracias a Paco, por su medalla de oro pero también por su magnetismo, el esquí ganó popularidad y las estaciones iniciaron un camino de expansión y profesionalización que todavía sigue en marcha, con más 40 centros invernales repartidos por toda la geografía.
Las palabras y emociones de Paco
Pero nadie como el propio Paco podría explicarnos qué significaba ese oro. Por eso, compartimos con todos vosotros sus propias palabras, recogidas en su biografía y también en el Libro de Historia de los Deportes de Nieve en España, editado por RFEDI:
«A Sapporo fuimos unos días antes. Íbamos bien, muy bien, y todo muy organizado: Favre, Aurelio y yo por un lado, y Tissot y Conchita por otro. Conchita no tuvo suerte. Quedó la 29 en descenso y la descalificaron por saltarse una puerta del gigante. A mí también me descalificaron en el gigante, pero yo iba a por el slalom. En la primera manga salí con el dorsal 2 y decidí no apretar a tope, pero dándole aire por si acaso. Hice 55 segundos y 36 centésimas, y metí casi dos segundos a Zwilling, que había salido con el uno, y pensé que, o yo había ido muy deprisa, o él iba muy mal. Y bajaban los Thoeni, Bachleda, Palmer, Penz, Neureuther, y cada vez más tiempo. ¡Coño, pues sí que lo he hecho bien! Ahí es donde empecé a concebir esperanzas de medalla, en serio. Me animaba yo mismo.
Como se invertía el orden de salida en la segunda manga, me tocaba salir el último. Vi bajar a todos. Observé dónde estaban los problemas. Cuando me lancé, sabía perfectamente el recorrido. Bajé de cine. Estuve a punto de caerme, pero me rehíce. Según avanzaba, me daba cuenta de que era medalla, pero no sabía de qué color. Cuando llegué, miré el marcador y vi que mi tiempo total era el mejor, sentí algo inmenso, inenarrable, único. Daba saltos, me reía como un enano, daba abrazos a todo el mundo. Más tarde supe que mi tiempo era el segundo en la segunda manga, pero que, en el global, había metido más de un segundo a Thoeni. Pero es que yo llevaba, de verdad, la victoria en la cabeza. Y eso es definitivo«.
Ese recuerdo, todavía sigue vivo en las mentes de los amantes de la nieve aunque, por supuesto, con más intensidad entre todos aquellos que pudieron vivirlo de cerca y su familia.
Su hija Paula Fernández-Ochoa, que actualmente forma parte de la Junta Directiva RFEDI y es la responsable del proyecto Mujer y Nieve tiene claro lo que significó y sigue significando Paco para el deporte español: “Logró una inmensa e histórica hazaña deportiva que marcó un antes y un después en España pero, sin duda, lo que le hace aún más único es que también le recordamos por su vitalidad, su autenticidad, sus carcajadas y la enorme huella que nos ha dejado en el corazón. Nos enseñó que la única actitud posible ante la vida es darlo todo. Su ‘o gano o me mato’ justo antes de hacer la bajada que le llevó al oro en Sapporo fue una lección de vida. Y, además, él no sólo supo vivir, sino también morir. Gracias a todos por recordarle siempre y con tanto cariño y admiración, así recortamos distancia entre el cielo y la tierra«.
También lo ve May Peus España, presidente de la RFEDI, quien opina que «la alegría que trajo a España la medalla de Paco fue el punto de inflexión de los deportes de invierno, tanto de competición como de las instalaciones para practicarlo. Esa herencia la estamos disfrutando ahora mismo los deportes de nieve del siglo XXI. Paco fue una gran persona, deportista y esquiador que supo trasladar su pasión por la nieve a todos los puntos del país e incluso hizo popular nuestro país como destino de nieve en el extranjero dando a conocer nuestras magníficas montañas.
Y añade: “Esta medalla ha sido inspiración de las generaciones que le han seguido para emular su resultado y, además, fue acicate para crear un equipo nacional más potente y sedes como el colegio Juan March de Vielha de donde salieron grandes deportistas, entre ellos la medalla de bronce en Albertville’92 de la hermana de Paco, Blanca Fernández Ochoa«.
May Peus lo tiene claro, y antes de finalizar recuerda que “en España se esquía gracias a que Paquito puso los deportes de invierno en el mapa, tanto de España como internacional, y desde entonces seguimos manteniendo viva su llama«.
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