50 grados de pendiente
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50 grados de pendiente

Xavier iba leyendo el artículo en la vieja revista que había encontrado entre los papeles que su padre había ido guardando a lo largo de toda una vida. La mayor parte de ellos estaban relacionados con el esquí.

Había cosas que no le decían nada, era de una época lejana y ajena a él. Pero no podía dar crédito a lo que tenía entre las manos e iba leyendo… Era un artículo en que se relataba una bajada del couloir Marinelli en el Monte Rosa, la primera con esquís. Estaba en pleno 1969.

-Finalmente, el diez de junio de 1969, después de varios intentos fallidos por el tiempo o las malas condiciones de la nieve, los cuatro guías, Sylvain, Trotin, Bodin y Cardix deciden por fin subir. Pero en el primer viaje de la avioneta de dos, en el que iban el piloto y Sylvain, en el aterrizaje en una pequeña meseta varios cientos de metros por debajo del Silbersattel, se rompe la primera capa de nieve y se hunde el morro de la avioneta en la nieve, rompiéndose el esquí derecho.    

La lectura le tenía enganchado. Se imaginaba él mismo en junio de 1969 mirando hacia abajo como cuando, ahora hacía una semana, Xavier y su inseparable amigo Simon habían bajado el mismo couloir… Pero cincuenta y un años después.

-Después de horas de desenterrar la avioneta y darle la vuelta, el piloto le comunica que no volverá a subir con el tren roto. Sylvain decide quedarse y afrontar la bajada en solitario. Está a 3.900 metros de altitud en el monte rosa, solo con sus esquís Hart y sus palos. Ni siquiera una radio, pues todo el material se ha quedado abajo.

Para ellos dos habían sido semanas de preparación, estudio del terreno a través de fotos aéreas y mucha información sacada de internet de las pocas bajadas que se habían hecho con anterioridad para una salida que no era muy larga, pero sí muy expuesta, complicada y con una ventana de tiempo muy corta, por lo que todo tenía que salir bien desde el minuto uno. Conocía la historia de la Marinelli, pero hasta hoy nunca había tenido la oportunidad de leer la bajada de Sylvain descrita en esa vieja revista de 1969.

Xavier  y Simon eran guías de alta montaña experimentados, pero 50 grados sostenidos eran más que temibles y para ello llevaron todo su material de hielo: crampones, piolets, tornillos de hielo, cuerda para rapelar y algo de material de improvisación extra por lo que pudiera pasar.  Pierre y él calzaban unos esquís de peso medio, actuales y medianamente anchos. Perfectamente encerados y con los cantos recién hechos para tener agarre en todas las condiciones de la bajada. Sus botas eran de última generación y, si bien sabía que Sylvain iba con lo último de la época en material, unos equis de pista buenos pero larguísimos en los estándares de hoy en día, debía ser extremadamente fuerte. Le costaba entender cómo se podía haber bajado por aquellos couloirs con botas de finales de los sesenta. Para Xavier, las botas y los esquís  eran la parte más importante del material para poder bajar la Marinelli con garantías de éxito.

-Desde ahí sube por su propio pie y en solitario al Silbersattel de la Punta Doufour. Tiene que abrirse camino en la nieve virgen, en un esfuerzo increíble, pues sus esquís de 210 cm están equipados con fijaciones de alpino y no con las Silveretta.

Ellos dos habían salido a las dos y media de la mañana del Monte Rosa Hutte para subir a la Silbersattel. Fueron 1800 metros de desnivel para llegar arriba, a la entrada del Marinelli entre las once y doce de la mañana, cuando la nieve de abril era un poco más blanda.

-Estamos en mitad de junio y la masiva cara Este va dejando caer avalanchas constantemente.

Tuvieron que empezar montando un abalakov como punto de anclaje para tirar un rappel de 30 metros  y recuperar las cuerdas para solventar la placa de hielo en la entrada del couloir bajo sus esquís.  Xavier se preguntaba cómo había podido Sylvain superar esa placa él solo, aunque en el mes de junio debía ser algo menor, pues debajo del couloir hay seracs… Una caída es fatal.

-Se pone sus largos y estrechos esquís para atravesar la primera placa de hielo de unos 50 grados de inclinación con final en un precipicio de 2500 metros de fondo.

Superada la primera placa ya entraron en la primera parte propiamente de esquí… unos 200 metros a 50 grados que bajaron con giro corto por salto y fue extremadamente cansado, sobre todo por la altura, pues estábamos a unos 4.500 metros de altura.

Después hubo que tirar a la izquierda en diagonal para evitar los seracs y a partir de ahí fueron mil metros de desnivel a 45 grados  donde ya pudieron redondear los giros y sacar todo el provecho que les permitían los esquís. Esto era la gran diferencia con Sylvain, que llevaba unos palillos de 210 cm durante los 2400 metros de desnivel, haciendo giros por salto toda la bajada. Nosotros tardamos una hora y poco… la diferencia de esfuerzo era inimaginable.

Mil doscientos metros más de bajada a 40 grados que fue mucho más disfrutón. Usando un radio de giro medio, podíamos hacer entre ocho y diez giros seguidos, luego una pausa y seguir  algunos giros más…

-Quince virajes seguidos, parada, descanso y quince más, parada, descanso y quince más y así durante los  2.250 metros de desnivel, usando sin cesar sus giros en abanico para no caer demasiados metros en cada viraje y asegurar una bajada sin riesgos 

-Cualquier error es fatal. Cuarenta y cinco largos minutos le separan de unas condiciones de nieve algo mejores. Nieve dura, pero ya con más agarre. Después de un ligero descanso, sigue bajando con una técnica propia… Sylvain lo resume así… “Cuando esquías por un corredor estás jugando con la muerte en cada uno de los movimientos que no esté perfectamente controlado. Solo hay una forma; no caerte.”

-Después de dos horas y media de esquí al más vertiginoso límite, Sylvain llega al Refugio Zamboni Zapa a 2000 metros de altura, donde los guías y guardianes que le esperan le reciben emocionados. Corre el mes de Junio de 1969…

Llegó al final del articulo sudando. Era increíble, imposible, que alguien con esquís y el material de finales de los años 60 y en solitario hubiera podido bajar por ahí, pero lo estaba leyendo. Lo suyo no había sido nada comparado con esa primera del Suizo  Sylvain Saudan, el mítico “esquiador de lo imposible”. Su único pensamiento al acabar la lectura fue “respect”.

 

Dedicado a mi amigo Joan C. que sé que no le falta coraje para intentarlo y a mi amigo Xavier C, quien me ha ayudado mucho para este artículo con su experiencia en la Marinelli.

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8 comentarios en «50 grados de pendiente»

    • wow! Estás en todo! No me imaginaba que nadie pillara esta sutil diferencia! La diferencia en metros de desnivel es debida a los meses en que ambas bajadas se llevan a cabo. Sylvain baja en junio, por lo que abajo del todo ya no queda nieve y el desnivel queda «corto». Cuando bajaron Xavier y Simon era el mes de abril, por lo que pillaron más nieve en la parte baja y pudieron esquiar más.

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