Los aludes representan el mayor peligro para los esquiadores. El aspecto más problemático reside en la incertidumbre de su previsión, ya que, aunque se asegurase que una ladera cumpliese todos los requisitos para que no se desencadenase un alud, nunca hay certeza al 100 % y podría pasar mucho tiempo antes de que se produjera.
¿Por qué se origina un alud? A grandes rasgos, podríamos decir que el manto nivoso está sujeto por cinco anclajes (superior, inferior, dos laterales y de fondo -el suelo-), con sus distintas características. Si alguno de ellos se viera sometido a una carga superior de la que es capaz de soportar, provocaría una inestabilidad en el manto que podría desencadenar un alud.
Podemos distinguir tres tipos de aludes
Según el tipo de nieve
Pueden ser de placa (placas de viento o de rehielo), de nieve reciente (menos frecuentes en nuestra geografía, habituales en lugares muy fríos y secos como Colorado) o de nieve húmeda (el incremento de peso del manto al cargarse de agua rompe los anclajes).
Según las capas involucradas
Se denominan de superficie si sólo se desprenden las capas superiores y queda a la vista otra capa de nieve (normalmente dura) o de fondo si se desprende todo el manto y se deja ver el terreno.
Según su origen
Natural si se produce de forma espontánea –por causas ajenas a la intervención humana– o provocado si está causado por un comportamiento humano, ya sea esquiando o intencionado (explosivos en estaciones de esquí).
Los factores que influyen en la probabilidad de que se desencadene una avalancha son diversos: cambios de temperatura, acumulación de nieve, viento, superposición de nevadas, inclinación y forma de la pala, terreno de base, avalanchas anteriores y, por supuesto, el paso de esquiadores. Las pendientes con mayor riesgo son las que tienen entre 25° y 45° de inclinación.
Material contra aludes
La lucha contra los aludes tiene dos fases: la primera se refiere a la prevención, es decir, evitar ser sorprendido por una avalancha, y la segunda, al buen uso del material de rescate.
Dado que la mayoría de las víctimas de avalanchas están vivas justo después de haber sido sorprendidas, actuar deprisa es decisivo. Es imprescindible saber utilizar correctamente el material contra aludes y para ello hay que practicar previamente. No conocer su correcto uso supondrá un retraso que puede terminar con la vida de una víctima.
Los tres elementos para el rescate son…
ARVA
Aparato para Rescate de Víctimas de Avalanchas. Un transmisor con dos modos (emisor o receptor) que nos permite localizar a la víctima bajo el alud. SIEMPRE debe llevarse activado en modo emisor y sujeto al cuerpo, no en la mochila.
Sonda
Conjunto de varillas empalmables con las que se busca físicamente a la víctima.
Pala
Evidentemente, la herramienta con la que desenterrar a la víctima una vez localizada con la sonda.
La correcta utilización del material de rescate no se puede explicar en un artículo como éste. Es más que necesario recibir la formación adecuada, que imparten centros excursionistas y asociaciones de montaña. En Cataluña, la ACNA (Asociación para el Conocimiento de la Nieve y los Aludes), es especialmente activa e imparte cursos de nivología, aludes, rescate, etc. durante el invierno.
Si nos sorprende una avalancha
El primer objetivo a la hora de esquiar en fuera-pista es evitar vernos implicados en una avalancha. Para ello debemos conocer y respetar los protocolos de seguridad a la hora de desenvolverse en la montaña con esquís, tales como no esquiar solo, llevar el equipo adecuado e informarse previamente del nivel de riesgo de aludes: el parte meteorológico, particularidades de la zona, etc.
Cuando atravesamos una pala de nieve que nos plantee dudas, es aconsejable quitarse las correas de los bastones e incluso llevar la mochila sólo de una correa para, en caso de ser sorprendidos, dejar un rastro de cuál puede ser nuestra situación si hemos sido alcanzados por un alud.
Aunque, realmente, si hay tiempo para todo esto, también lo hay para huir. La huida ha de ser en diagonal hacia el lateral más próximo, para salir de la zona de alcance del alud y buscar un parapeto (árbol, roca). En caso de que el avance del alud sea muy rápido, deberíamos plantearnos hacer un descenso directo, si la zona lo permite…
Si vemos que no hay posibilidad de escape y que vamos a ser engullidos por la nieve, intentaremos desprendernos de todo lo que nos estorbe y nadar para mantenernos en la superficie e incluso dirigirnos a un lateral, ya que en estas condiciones seremos sepultados a menos profundidad.
Proteger las vías respiratorias es especialmente importante: en el momento en el que el alud se detiene, hemos de intentar abrir el máximo hueco posible a nuestro alrededor antes de que la nieve se apelmace.
Es imprescindible guardar la calma en la medida de lo posible, la nieve es un mal transmisor de sonidos y gritar nos alteraría y desgastaría más aún; debemos confiar en ser rescatados. Evidentemente, es más fácil decirlo que hacerlo.
El rescate
Si no hemos sido alcanzados, urge organizar el rescate de los compañeros. Lo primero que hay que saber es que el rescate no empieza cuando se detiene la avalancha, sino en el momento en que se inicia. El, o los afortunados que no hayan sido arrastrados, permanecerán atentos al desarrollo del alud y a los compañeros implicados, para poder señalar el punto donde fueron capturados por la avalancha y el punto donde los perdimos de vista, con el fin de poder hacer una estimación del recorrido que hayan podido seguir.
Siempre es mejor pensar que la víctima ha quedado en la zona más alta, ya que si fuese erróneo, nos costaría menos descender. Si hay varias víctimas, lo ideal sería que cada rescatador estuviera pendiente de uno sólo, para que así se pudieran marcar todos los posibles recorridos de éstas.
Es una situación de tensión y contra el reloj, por lo que hay que trabajar de forma organizada y coordinada, teniendo en cuenta las dimensiones de la avalancha y el posible riesgo de que nos sorprenda otro alud.
La búsqueda se divide en tres partes
Primero: Lo primero es poner nuestro ARVA en modo de recepción. Luego, se revisa visual¬mente para detectar partes visibles del cuerpo u objetos (esquís, bastones, mochi¬la) y nos dirigimos a ese punto directamente con el fin de captar la primera señal en nuestro aparato.
Segundo: Buscar la primera señal. Existen varios métodos dependiendo del número de res¬catadores y de la zona a rastrear. Una vez encontrada la primera señal, procede¬mos a la búsqueda “fina”, utilizando sistemas de localización algo más complejos (método de las perpendiculares, método direccional…) que previamente debemos haber aprendido y practicado.
Tercero: Localización fina, en la que buscaremos el punto exacto donde encontrar a la víc¬tima y comenzaremos las tareas de excavación.
Escala europea de riesgo de avalancha
La mayoría de estaciones tienen paneles informativos repartidos por todo el dominio en los que se indica el nivel de riesgo de avalancha, según un baremo europeo unificado. Es IMPRESCINDIBLE respetar estas indicaciones a la hora de atacar un descenso en fuera-pista.
Muy interesante. Es importante hacer cursos de formación, ir reciclándose y practicar. Una cosa que hacemos poco.