Seguimos confinados durante los fines de semana. Y con pocas cosas que hacer mejores, salimos a dar una vuelta por Barcelona. Un centro comercial, a las 5 de la tarde, donde pudimos observar la locura de gente subiendo y bajando por las escaleras mecánicas, en la mayoría de casos, sin dejar esos 2 metros preceptivos. Quedan dos telediarios para Navidad y se nota en las calles y los comercios.
A continuación, una vuelta por una de las arterias principales de la ciudad, la Rambla Catalunya. A falta de hordas de turistas, esta calle estaba a reventar de ciudadanos locales paseando y tomando algo en sus terrazas. Y por lo que se ve en algunas imágenes, en todas partes se veían las misma imágenes.
Así estaba esta tarde la calle Preciados de Madrid, entre Callao y la Puerta del Sol, abarrotada de gente a pesar de las recomendaciones de mantener la distancia de seguridad y evitar aglomeraciones https://t.co/kexLLsITtm 👇 pic.twitter.com/W9Anzp51vz
— Europa Press (@europapress) November 28, 2020
Fueron dos imágenes muy representativas de lo que puede ser cualquier gran ciudad en estos días. La primera, en un espacio cerrado, mientras que la segunda, al aire libre. En ningún caso parecía haber ninguna clase de limitación de aforo muy llamativo, aunque, eso sí, en las terrazas se apreciaba una buena distancia entre mesas, pero poco más.
Tras vivir estos dos episodios, y viendo que hay muchas presiones para que las estaciones de esquí cierren, la cabeza se me llenaba de preguntas. La primera es si será realmente peor esto que hemos visto y lo que veremos en cualquier estación de esquí en cuanto nos dejen salir. Y a continuación, aparece una automáticamente. ¿Hay negocios o actividades de primera y de segunda?
Porque a mí que no me digan… Hay infinitamente más riesgo en cualquier calle o centro comercial de una gran ciudad que en una estación de esquí. Porque aquí, en el Pirineo, es muy raro ver imágenes del estilo «La Folie Douce» o de los bares de après ski austríacos. Pero supongo que dejar a los esquiadores practicar su deporte es como cuando cerraban los gimnasios y pasaban por el mismo rasero a clubs de tenis o de golf, o se prohibía salir a correr o en bicicleta por la montaña, deportes al aire libre y que se practica alejado del resto. Y en realidad, en un país que con esta pandemia está demostrando lo que ya sabíamos, que tiene muy poco margen de maniobra a nivel económico para ayudar a los que tienen que cerrar, lo que se debería hacer es mirar con mucho cariño qué clase de actividades se permiten y cuáles no. No se puede meter a todo el mundo en el mismo saco.
Y luego está el hecho de que hay gente que hace bien las cosas y otros que no. Siempre pagan justos por pecadores. Porque vivimos en un lugar en el que la gente hace lo que le dejan hacer, casi nadie mira por el bien común, así que o pones normas o no hay nada que hacer, no vale recomendar ni el laissez faire. Toca portarse bien y, a la vez, ponerse duro con el cumplimiento de las normas. Porque sino, viviremos permanentemente en esta montaña rusa hasta que, dentro de varios meses, tengamos el tema de las vacunas más o menos controlado.
No se trata de ir prohibiendo actividades, sino que las que funcionan y especialmente las que tienen menos riesgo, que lo hagan correctamente y sino se cierran. Pongo un ejemplo que nos cae un poco lejos, pero que es representativo de lo que pasa aquí. Si en Val Thorens hay que cerrar La Folie Douce, se cierra, pero no hace falta cerrar toda la estación. Una medida que ha puesto mi club, y que entiendo que es extensiva a la gran mayoría, es que esta temporada no harán la preceptiva parada en el bar y que las salidas y llegadas se harán escalonadas para que haya menos gente. Se trata simplemente de esto, de hacer las cosas de manera que se minimicen los riesgos.
Y mientras, ha llegado la nieve y con ella, el momento de la verdad. Las estaciones han aplicado sentido de responsabilidad y no abrirán hasta el 9, pero los gobiernos han vuelto a dejar hacer. Y nos encontraremos con un puente lleno de gente fuera de sus poblaciones y haciendo lo que no ayudará a controlar la pandemia. Si nos vamos fuera, al menos quedémonos en casa. Pero algo me dice que si nos hemos ido fuera no es, precisamente, para eso. Luego la culpa será de las estaciones de esquí, que todavía no han abierto. Y mientras, en el país del Lazarillo de Tormes, nadie controla nada, esperando que actuamos como si fuéramos nórdicos. Porque siempre es más fácil machacar un sector y unos valles donde vive poca gente que poner los medios para asegurar que las cosas se hagan como se tienen que hacer.
Crucemos los dedos, porque nos jugamos la temporada y no sé yo si el piloto tiene muy claro como van los mandos…
Que difícil está todo…. Creo, y ojalá me equivoque, que este puente va a ser una masiva subida a la montaña por las estaciones de esquí con nieve… En fin, que va a parecer un día normal con los parkings llenos de coches y gente subiendo… y realmente nos jugamos el resto de la temporada..
Lo tenemos claro…