«Por falta de tiempo y de consenso político y social» se anunció el carpetazo a la candidatura de Barcelona y de los Pirineos como sede de los Juegos Olímpicos de Inverno de 2026, después de las siete sesiones de la comisión que se creó para estudiar la viabilidad del proyecto. Pero, en teoría, los partidos políticos del ayuntamiento de Barcelona, BComú, Grup Democràta, Ciutadans, ERC y PSC, se han compormetido a estudiar una candidatura de cara al 2030, la cual tendría que presentarse en el 2023. Eso sí, siempre y cuando sea la Generalitat de Catalunya la que lidere el proyecto.
Jaume Collboni (PSC) destacó el compromiso con los Juegos Olímpicos de la ciudad de Barcelona y destacó que «vale la pena ganar tiempo y no cerrar la puerta y posponer la decisión.
Las cuatro conclusiomnes de la comisión de estudio fueron las siguientes: no presentar la candidatura de Barcelona a los Juegos Olímpicos de Invierno de 2026, mantener el plan de promoción de los deportes de invierno, considerar la candidatura como «un proyecto de país» –en un nuevo proyecto que debería liderar la Generalitat de Catalunya– y mantener el compromiso con el desarrollo económico, social y cultura de los municipos del Pirineo, que eran los más interesado en tirar hacia delante la candidatura olímpica de 2026.
Esta noticia parecía escrita hace ya mucho tiempo, ya que desde que en 2010 el alcalde Jordi Hereu (PSC) lanzara la idea de la candidatura Barcelona-Pirineos para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022, el desarrollo de la candidatura no fue el más acertado. En 2026 el alcalde Xavier Trias (CiU) pospuso la candidatura al 2026, en 2015 la alcaldesa Ada Colau deja claro que no ve los Juegos Olímpicos de Invierno con buenos ojos y ahora se renuncia a la candidatura de 2026 y se dibuja un nuevo horizonte difuso.
