Conducir sobre nieve, un reto que los coches autónomos aún deben superar

Conducir sobre nieve, un reto que los coches autónomos aún deben superar

Adaptando el dicho ligeramente al asunto que hoy nos trae aquí, podemos decir que los caminos de la ciencia son inescrutables.

El avance de nuevas tecnologías, inventos y descubrimientos es incluso vertiginoso, y uno de los mercados que está avanzando mucho en este aspecto es el del automóvil (¡pensabais que diríamos el esquí, ¿no?!).

Pues no, pero si abarcamos este asunto es porque la mayoría de nosotros cuando subimos a las estaciones a esquiar, o a disfrutar de sus actividades de verano, lo hacemos en transporte particular, normalmente en coche -llevar los esquís en moto se nos antoja complicado-.

A la ida todo son alegrías, incluso tras un madrugón, pero a la vuelta, después de horas esquiando y ya agotados, ponerse al volante da más pereza. ¡Un hecho que se puede extrapolar a cualquier circunstancia! Coger el coche cuando estamos cansados no es algo precisamente agradable.

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Pero es probable que algún día ese problema ya no exista, pues científicos de todo el mundo están trabajando desde hace años en la tecnología de coches autónomos.

No será algo que vayamos a ver como parte de la normalidad a corto o medio plazo, pero no dudamos que algún día llegará porque ya hay varios vehículos sin conductor rodando por el mundo.

Sin embargo, por muy inteligentes que parezcan, aún tienen mucho camino por recorrer, y uno de los desafíos más complicados que se han encontrado es la conducción sobre nieve.

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Resulta que conducir en esas circunstancias no solo es estresante y complicado para nosotros, parece que para esos coches superinteligentes también lo es.

El motivo está claro, los coches autónomos se guían a base de radares, sensores y cámaras que analizan su entorno para mandar la información necesaria a la inteligencia artificial (IA) del vehículo para que tome las decisiones pertinentes guiándose con esos datos.

El problema es que con fríos extremos, nieve en la calzada y/o nevando, todos esos aparatos tan imprescindibles para captar información no "funcionan" correctamente, les cuesta entender y analizar la información, según las circunstancias incluso verla (por ejemplo, la nieve puede tapar las cámaras).

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Además, así como los humanos tenemos la capacidad de saber reaccionar ante situaciones desconocidas pues nos resulta fácil generalizar y usar antiguas experiencias como referencia, las máquinas como los coches autónomos no saben reaccionar ante situaciones desconocidas.

Y el problema es que casi todos los algoritmos y recreaciones de situaciones con los coches autónomos se están desarrollando en lugares soleados y despejados. Una situación a la que ha querido poner fin un equipo de la Michigan Technological University.

Comenzaron recopilando datos locales durante unas fuertes nevadas, en un vehículo autónomo de Michigan Tech (pero conducido de manera segura por un humano).

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Analizaron más de 1.000 fotogramas de datos lidar, radar e imágenes de carreteras nevadas en Alemania y Noruega para comenzar a enseñar a su programa de inteligencia artificial cómo es la nieve y cómo ver más allá.

Un trabajo minucioso pues, como ya sabéis, no toda la nieve es igual, y eso también se le debe enseñar a la inteligencia artificial. La variedad de nieves es un desafío para la detección de los sensores pues cada uno puede entender la información que recibe de forma diferente.

Cuanta más y mejor información se le proporcione a la IA, con un etiquetado preciso, más probabilidades hay de alcanzar una conducción precisa y segura.

Para conseguir un buen resultado con toda esa información, también están trabajando en un proceso llamado fusión de sensores que, mediante la inteligencia artificial, reúne los datos de los diferentes sensores para comprender el escenario.

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Por ahora siguen trabajando en este proyecto, pero seguro que al final también acaban consiguiendo que los coches autónomos puedan conducir de forma segura y eficaz sobre nieve.

Cuando ese día llegue… Mejor dicho, cuando los coches autónomos ya formen parte de la normalidad, ¿creéis que con ellos se escapará una parte de la magia de nuestras escapadas? O al contrario, ¿permitirán que todos la disfruten más?

Nosotros no vamos a darle muchas vueltas, no creemos que vayamos a verlo. Pero quizá nuestros hijos, sobrinas, nietos… Sí deberán planteárselo en algún momento.

Fuente: ScienceDaily

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