En esta época es más o menos habitual coincidir con una capa de hielo por donde caminamos. Por supuesto que el calzado es muy importante, pero al final, el hielo es el hielo y pocas suelas tienen grip cuando hay que caminar sobre él.
En este caso, no hay que inventar nada, solo copiar a los mayores maestros en el arte de caminar a dos patas sobre el hielo, los pingüinos. Para ello, adelantaremos un poco el cuerpo y mantendremos siempre el centro de gravedad sobre nuestro pie avanzado. De este modo, todo el peso tiene componente vertical y es más difícil resbalar. Todo ello se consigue dando pasos cortos y con un ligero balanceo lateral.
En bajada o subida ya lo veo más complicado, pero en plano funciona. ¡Pruébalo y verás!
Y sino siempre te quedará la opción de llevar un accesorio tipo cadenas de nieve para los zapatos.
Muy bueno. Si me toca, lo practicaré.
Verás qué bien va!