A la hora de comprar esquís, es habitual ir en busca del consejo del amigo «experto» de turno para que nos diga cuáles elegir. Es una opción que desaconsejo, aunque con matices. Y es que a menudo me encuentro en la situación de acompañar a alguien a elegir sus esquís. Saben que me gusta el tema e intentan buscar un apoyo.
Yo tengo mis ideas preconcebidas y leo bastante sobre los esquís que salen al mercado. Pero no he ido al test de Solo Nieve y por tanto, no los conozco todos ni los he probado. Por eso, cuando me toca ir de acompañante, igual que cuando compro mis esquís, suelo dejarme aconsejar por el vendedor. Sobretodo cuando es alguien que sabe lo que hace y merece mi confianza.
Al estar un poco al día de lo que hay, ayudas más fácilmente a ubicar al vendedor. Sabes cómo esquía la persona, en qué forma física está, etc. y ahí sí que puedes ayudar a un amigo que no sabe lo que es un giro corto o un esquí all mountain. Sirves para transmitir qué busca tu amigo y luego lo mejor es que tu vendedor te aconseje sobre lo que hay en el mercado y se puede adaptar mejor a su manera de esquiar.
Hasta aquí no hay problema. Si vas con alguien que más o menos sepa bastante del tema, bien. Pero la cosa cambia cuando el que se las hace pasar por experto en realidad no tiene demasiada idea. Y es que a veces ves a unos consejeros en la tienda que saben cuatro conceptos y serían capaces de recomendar un esquí de GS de radio 30 a mi madre. Y desgraciadamente, este caso es más habitual de lo que pensamos.
Si eres de los que buscas el consejo de amigos o parientes, asegúrate de elegir a alguien que conozca de verdad el material. Es algo que bastante difícil de encontrar si no es o semi profesional del tema o super mega aficionado. Y, sobretodo, que sepa perfectamente cómo esquías, porque muchas veces puede ser peor el remedio que la enfermedad. El esquí es un deporte con material muy técnico y para poder aconsejar bien hay que conocerlo a la perfección.
Tienes razon