Consejos para elegir el casco de esquí

Consejos para elegir el casco de esquí

Siempre os hablamos de que la seguridad debe ser vuestra máxima prioridad, y no nos cansamos de decir que, ya sea esquiando o practicando snowboard, el casco es un elemento indiscutible.

Sin embargo, escoger el adecuado tampoco es siempre fácil. Y debemos decir que aunque es muy tentador, tal y como ocurre con los esquís y la botas, en este caso tampoco debéis elegir únicamente por la estética.

Por supuesto que en la decisión final, cuando dudéis entre varios modelos que cumplan con vuestros requisitos, ese puede ser el factor determinante. Pero antes de llegar a ese punto debéis aseguraros de que el modelo os ofrece unos mínimos.

¿Cuáles son los mínimos que debemos tener en cuenta a la hora de elegir el casco? Pues justo eso es de lo que vamos a hablaros hoy en estos 5 útiles consejos.

Pero antes de comenzar, tened en cuenta que las marcas evolucionan constantemente sus productos, teniendo también siempre en mente la seguridad.

El sistema MIPS frente a impactos multidireccionales sigue siendo toda una referencia, pero no es la única característica de un casco que puede aportar seguridad. Algunos modelos, por ejemplo, cuentan con sistemas destinados a que tener una mejor capacidad auditiva con el casco puesto o cuentan con Sistema Recco.

Para aseguraros de que no pasáis por alto algún nuevo avance que podría seros útil, id a una tienda especializada y dejaos aconsejar por un experto, que seguro estará a la última y podrá ayudaros.

1. Elegir la talla correcta de casco

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Sabemos que os lo decimos en todos los casos, también cuando os hablamos de material duro, pero es un consejo universal e indiscutible que seguramente podría trasladarse a mil aspectos de nuestra vida.

En este caso, elegir la talla adecuada es fundamental; no puede ser ni demasiado grande -ir con el casco “bailando” sobre la cabeza es casi peor que ir sin casco-, ni demasiado pequeño -podría incluso provocaros dolor de cabeza-. En ninguno de estos casos el casco os protegería como debe.

El primer paso para saber cuál es vuestra talla es tomar la medida de la circunferencia de la cabeza, justo por encima de las cejas. Los centímetros os indicarán la talla.

Los cascos de esquí, al igual que la gran mayoría de cascos de bici, suelen cubrir diferentes tallas en un mismo modelo. Aunque hay variaciones, la XS-S puede ir de 51 a 54 cm, la M-L de 55 a 58 cm y la L-XL de 59 a 62 cm. Esto es un ejemplo, porque cada marca puede tener sus baremos.

Por eso insistimos en que lo mejor es que consultéis la guía de tallas de cada marca. Además, en la parte trasera del casco casi siempre encontraréis una pegatina que indica la talla de ese modelo, también en centímetros.

2. Tipos de ajuste

El hecho de que cada modelo cubra diferentes tallas puede parecer contradictorio con comprar la talla adecuada, pero por eso los cascos ofrecen soluciones extra permiten ajustar el tamaño de la calota y la fijación bajo la barbilla.

En el mercado podréis encontrar diferentes sistemas de ajuste entre los que destacan los siguientes:

Rueda giratoria: Una pequeña rueda giratoria ubicada en la parte trasera del casco permite graduar la circunferencia para adaptarla a la cabera. Rápido y fácil de usar, es el sistema más generalizado y podéis verlo también en los cascos de bici.

Rueda giratoria 3D: Un paso más avanzado que la solución anterior, este sistema, además de la circunferencia, permite ajustar la posición del casco en relación a la cara. Gracias a este sistema lograréis que máscara y casco se acoplen mejor.

Almohadillas: Visto especialmente en modelo infantiles “sencillos”, el casco incluye almohadillas interiores de diferentes grosores que pueden intercambiarse para adaptarlo a las necesidades del usuario.

Dicho esto, tened en cuenta que este es otro de los campos en los que el material puede evolucionar mucho incluso de una temporada a otra. Por eso insistimos en que lo mejor siempre es dejarse asesorar por un profesional que estará al día de las novedades.

3. Peso: Invertir en ligereza

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Salvo cuando paréis a descansar, el casco es un elemento que debéis llevar puesto y atado todo el día. Aquellos que ya estamos acostumbrados ni nos damos cuenta de que lo llevamos, pero si no sois usuarios habituales de casco (ya sea esquiando, en bici, moto…), os compensará invertir un poco más para adquirir un casco ligero.

Decimos lo de invertir más porque es cierto que, generalmente, el peso del producto dependerá de los materiales empleados y lo habitual es que sean más caros cuanto más ligeros.

Puede que en al principio del día no lo notéis pero con el paso de las horas, si vuestras cervicales no están acostumbradas, les pasará factura y os molestará.

4. La ventilación también cuenta

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En este punto tendréis que analizaros a vosotros y pensar qué necesitáis. Pero de forma muy generalizada, os diríamos que siempre optéis con un casco con ventilación, a poder ser activa (que podáis ajustar).

Hay excepciones: los cascos de alta gama y los homologados por la FIS, por ejemplo, no tienen ventilación. Pero solo os lo recomendaríamos en caso de que vayáis a competir o a practicar actividades que entrañen más peligro del “habitual”, como podría ser probar en el snowpark.

Fuera de estos casos, tened en cuenta que el día que haga un poco de calor vuestra cabeza será como un hervidor y acabaréis sudando como si estuvieseis en la playa.

Pero lo peor de eso no será el calor que pasaréis, sino que antes de llegar a ese extremo seguramente ya habréis decidido quitaros el casco y seguir sin él -¡lo que es un gran error!-.

Por eso es mejor elegir un casco con ventilación. Algunos son fijos, pero a día de hoy la mayoría permiten cierta graduación para adaptar los orificios de aireación a las necesidades de cada momento.

5. ¡Probároslo siempre!

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Bien probado. Es decir, una vez os lo pongáis, graduadlo hasta que se os ajuste perfectamente a la cabeza. E incluso si os sentís bien ya con el primero, os recomendaríamos probar varios modelos y de diferentes marcas para tener donde elegir y así poder quedaros con el que os sintáis más cómodos.

Lo bueno es que seguramente encontraréis más de un modelo que cumpla con todas vuestras expectativas así que, llegados a ese punto, ya podréis elegir el que estéticamente os guste más.

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