Acaba un fin de semana que prometía tras las intensas nevadas que nos había dejado Gloria. Sí, en el caso de Masella y La Molina, más de 1m de nieve nueva que auguraba un montón de pistas abiertas con una nieve de lujo y, por qué no, unas buenas sesiones de powder.
Pero del dicho al hecho hay un un trecho, o puede haberlo. Y en este caso así ha sido. Aunque, también hay que decirlo, el final del fin de semana sí que ha sabido a gloria.
Todo empieza el sábado. No éramos los únicos que habíamos pensado que había que subir, así que estamos hablando de un fin de semana del nivel de Navidad, es decir, a reventar. Pues bien, en Masella no funciona el TGV, uno de los remontes principales de la estación, ni el Jumbo, que lleva a la cota más alta. Resultado, un caos a las 9 de la mañana como creo que no he visto nunca.
Teníamos entreno de masters. Yo ya me había presentado con unos esquís un poco más anchos por si las moscas. Y Manel, nuestro entrenador, nos envió a la Pía. Sí, coge el coche y cambia de parking, pero fue la decisión del día. En La Pía no había nadie y nos salvó el día, porque lo que nos llegaba del otro lado de la estación y de la vecina La Molina era apocalíptico. Porque al TGV averiado se unió un paro de suministro eléctrico en La Molina que dejó a esquiadores colgados durante más de una hora. En resumen, nos salió un gran día de esquí y lo pasamos muy bien, pero tuvimos mucha suerte.
Acabamos el día celebrando que nos habíamos liado de una buena.
Las perspectivas para el domingo no eran mucho mejores, pero poco a poco han ido abriendo todos los remontes en Masella y nos ha quedado un día de lujo, con mucha nieve arriba y todo abierto. Hoy sí que valía la pena esquiar y lo hemos pasado en grande.
Esperamos que ahora sí haya vuelto la normalidad y podamos seguir disfrutando de esta buena nieve que nos ha dejado Gloria. Porque cuando las cosas están así, el conjunto La Molina + Masella es un dominio de lo mejor que se puede tener.