Hoy es 5 de octubre, y, como todos los años desde 1966, se celebra el Día Mundial de los Docentes.
La Unesco, junto a UNICEF, la OIT, y la Internacional de la Educación han hecho una declaración conjunta en la que señalan que: «Durante esta crisis, los docentes han demostrado, una vez más, una gran capacidad de liderazgo e innovación para asegurar que #ElAprendizajeNuncaSeDetiene y velar por que ningún alumno se quede atrás. En todo el mundo, han trabajado de forma individual y colectiva para encontrar soluciones y crear nuevos entornos de aprendizaje para sus alumnos, a fin de garantizar la continuidad de la educación. También es fundamental el papel que han desempeñado prestando asesoramiento sobre los planes de reapertura de las escuelas y apoyando a los alumnos en el momento de regresar a la escuela».
Hace unos meses, acabando el mes de enero, escribíamos un artículo sobre los profesores de esquí: aquí puedes leerlo. Considerando a los profesores de esquí también docentes, les felicito hoy también en su día.
Los docentes de toda la vida
Sin embargo, creo que hoy la Unesco, y demás organizaciones internacionales se refieren al docente «de toda la vida», al del que hace un tiempo, pero no muchísimo, se llevaba un regalo en las fechas cercanas a Navidad porque con el sueldo lo justo comía. Todavía utilizamos la expresión «pasas más hambre que un maestro de escuela», recordando a aquellos maestros del S. XIX y hasta mediados del S.XX. Hace dos días.
Me parece muy acertado el comunicado en este momento en el que los maestros están reinventando su profesión. Porque fueron ellos los que se pusieron la pilas, como decimos ahora vulgarmente cuando queremos decir que duplicaron sus esfuerzos en el trabajo. Con su buen hacer y pocos medios llegaron a las casas de todos los niños y no solo intentaron enseñar, sino que ayudaron a superar, en algunos momentos, situaciones duras para los críos y chavales, intentando dar normalidad a unos días duros en los que la realidad superó con mucho la ficción.
Ha sido ejemplar el modo en que los docentes han aprendido a enseñar de una manera que ellos mismos no sabían, ni se imaginaban, hace tan solo unos meses. Nadie estaba preparado el 13 de marzo, pero enseguida se pudo entrar en las casas por el milagro de la tecnología. Del Coronavirus saldrán algunas cosas buenas, y la docencia 3.0 será una de ellas.
Nuevo curso comenzado con éxito
En estos días de principios de octubre, encauzado ya el curso 2020-2021, se puede decir que los docentes están trabajando con éxito. Y que, si antes eran un poco maestros, un poco padres y madres, un poco médicos, a veces dentistas, siempre amigos y, en ocasiones, cómo no, fiscales, abogados y jueces de nuestros hijos, ahora también podremos decir que son veladores sanitarios, repartidores de geles, lavamanos, asesores de mascarillas, intérpretes gestuales, y todas las profesiones que nuestros hijos necesiten que sean para poder seguir ejerciendo la docencia.
Vayan para ellos estas líneas de homenaje en el Día Mundial de los Docentes, un agradecimiento sincero y un reconocimiento justo a lo que hacen por su profesión, por nuestros hijos y, como no, para que la sociedad funcione lo menos mal posible. En tiempo de coronavirus, más que nunca, se ha demostrado que no es profesión, que es vocación.
Y mucho ánimo, que es posible que las cosas se tuerzan de nuevo, pero sabemos seguro que estaréis ahí dándolo todo, como en la primera ola y como siempre.
(*) La ilustración de la portada está cogida de la página de la Unesco.
¡Felicidades, pues!
A ti también, por la parte que te toca.