El ejercicio intenso puede ayudar a desarrollar ELA prematuramente

El ejercicio intenso puede ayudar a desarrollar ELA prematuramente

El ejercicio es bueno. A rasgos generales, así es. Sin embargo, excepciones en el mundo existen para todo, e incluso esta afirmación puede ser controvertida en algunos casos.

Cuando sobrepasamos ciertos límites, aquello que nos parece tan beneficioso empieza a no serlo tanto. Pero además, en ciertas circunstancias puede llegar a ser incluso muy perjudicial. Y parece que eso ocurre también con el deporte.

Michael Snyder, presidente del Departamento de Genética de la Universidad de Stanford, es el coautor de un estudio que revela que la práctica de ejercicio puede ayudar a desarrollar prematuramente la ELA, esclerosis lateral amiotrófica, especialmente en pacientes con cierta predisposición genética.

Aunque matizan que es necesario realizar más investigación, han encontrado una relación directa entre el desarrollo de dicha enfermedad a edades tempranas y la práctica habitual de ejercicio.

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La enfermedad de los dos ataques

En Live Science explican que la ELA se conoce como el mal “de los dos ataques”: el primero es la predisposición genética del individuo, pero es necesario que se active el “segundo ataque” para que el afectado enferme.

Lo que sugiere este nuevo estudio es que el ejercicio constante y prolongado puede ser el potenciador que ejerza como ese “segundo ataque”.

La parte más analítica del estudio

Para realizar el estudio, el equipo de investigadores utilizó los datos del Biobanco del Reino Unido, una base biomédica que contiene información genética y de salud de medio millón de personas.

Sin embargo, la novedad del estudio radicaba en que por primera vez identificaron a aquellas personas que hacían ejercicio, como mínimo, 2 o 3 días a la semana.

Mediante estadística estudiaron la relación entre la práctica de ejercicio y la ELA, descubriendo que el riesgo de desarrollar la enfermedad era directamente proporcional a la práctica de ejercicio frecuente, y probablemente anaeróbico.

Estudiando a un grupo reducido

Para la segunda parte de estudio el equipo se puso en contacto con 36 personas a las que pidieron hacer ejercicio aeróbico.

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Antes de seguir, es conveniente saber que hasta el 40% de personas que tienen ELA familiar sufren una mutación del gen C9orf72, que codifica una proteína que se encuentra, entre otras, en las células nerviosas que dirigen el movimiento.

Pues bien, después de que esas 36 personas realizasen ejercicio, les extrajeron sangre para ver si el ejercicio cambiaba la expresión de genes asociados con la ELA (incluido el C9orf72).

Y los resultados reflejaron que en general, de los 43 genes conocidos relacionados con la ELA, el 52% se activó o desactivó después de la práctica de ejercicio agudo.

En la tercera fase del estudio compararon el historial de ejercicio de 3 tipos de pacientes: personas con ELA y mutación del gen C9orf72, personas con ELA sin mutación del gen y personas sin ELA.

Los resultados revelaban que cuanto más ejercicio practicaban los pacientes con ELA y mutación del gen, más jóvenes desarrollaban la enfermedad. También parecía mostrar cierta tendencia a desarrollar la enfermedad prematuramente en aquellos pacientes que no tuviesen la mutación genética, pero en este caso no consideraron el resultado estadísticamente significativo.

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Pero ojo, no confundamos términos. El sedentarismo o tener mayor porcentaje de grasa corporal no ayuda a disminuir el riesgo de desarrollar ELA.

A pesar de todo, lo que esperan con la publicación del estudio, al margen de informar y dar a conocer los sorprendentes resultados, es que esto sirva para contemplar nuevas medidas de prevención, alcanzar asesoramientos más adecuados para la enfermedad y, por supuesto, incentivar a que la investigación pueda seguir evolucionando y trabajar con un grupo más amplio. Por ahora, no recomendarían cambiar los hábitos de ejercicio de los pacientes.

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