El largo y cálido verano

El largo y cálido verano

Este año es diferente. Estamos a finales de enero y el tiempo no acompaña. Este invierno está pareciendo una prolongación del otoño. El clima seco ha propiciado un paisaje verde-marrón surcado por caminos de nieve de tubo, mal llamadas pistas de esquí.

También se nota que la gente está harta. Estos últimos días el pirineo oriental sufre un éxodo masivo hacia la playa. Si hace este tiempo, ¿para qué ir a esquiar?

Estos días esquío diferente. Esquío poco y por ello mis horas en la nieve se convierten en verdaderas batallas. Lo noto en el giro, bajo más la posición, ángulo de forma exagerada para poder cortar el hielo de la mañana y dejo deslizar tranquilamente los esquís para  planear por encima del azúcar mojado de la tarde. Son sensaciones diferentes. Por las tardes no hay nadie, es la soledad total. Largos giros a alta velocidad, de lado a lado de la pista, al límite de la hierba, de verde a verde, con sol, con calor, con pájaros piando en los arboles…. y disfruto.

Me gusta esta nieve, me gusta esta situación, este esquí duro, agresivo y al límite. Cuando leáis estas líneas, seguramente estaré entrelazando suaves giros, envuelto en una nube de nieve polvo, con medio metro de nieve virgen, después de una salvaje nevada. Y seguro que en esos momentos soñaré con la nieve de tubo, con ese esquí agresivo, con esos días pasados en las verdes montañas. Seguro que soñaré con eso… ¿o quizás sea al revés?

"El mejor esquiador es el que mejor se lo pasa."

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