El misterio artificial

Lo que conocemos como nieve artificial, y que los especialistas llaman nieve producida, se ha convertido en las últimas temporadas en un elemento clave para el buen funcionamiento de las estaciones de esquí.

El misterio artificial

Aunque los cañones de nieve fueron inventados por ingenieros norteamericanos en Estado Unidos allá por los años cincuenta, su uso comercial y producción no se popularizaron hasta los setenta, cuando algunas estaciones de esquí de los Alpes franceses apostaron por su implantación.

La pionera fue Flaine, en la Alta Saboya, que inauguró su red de cañones en 1973. En los Pirineos, la primera fue La Molina, en 1985. Y así comenzó un proceso irrefrenable que ha llevado a todos los centros invernales a instalar redes de nieve producida para cubrir el máximo de kilómetros esquiables que su capacidad de inversión les permita, y es que se trata de una infraestructura costosa. Por esta razón, la producción automática de nieve es el área donde más se invierte en desarrollo e investigación. El objetivo es ser cada vez más eficientes y en consecuencia más económicos.

La producción de nieve es toda una ciencia que vamos a intentar simplificar para hacer entendible. Se requieren dos elementos fundamentales: agua y aire a presión.

Las estaciones de esquí extraen el agua de ríos, embalses, depósitos artificiales o lagos cercanos mediante bombas extractoras y un complejo entramado de tuberías. El agua se distribuye por todos los cañones de la estación y es allí donde se mezcla con el aire presurizado. En una sala de bombas, el aire se comprime, se enfría y se le retira la humedad. Por tuberías paralelas a las del agua, corre el aire hasta los cañones, donde confluyen. El cañón los expulsa por separado y al juntarse el resultado son microgotas de agua pulverizada a presión, que al exponerse al frío se convierten en bolitas de hielo. Éstas mientras caen, se van convirtiendo en un grano redondo de entre 1 mm y un 1,5 mm.

Las condiciones meteorológicas ideales para hacer nieve son a partir de 0º de temperatura con el 50 % de humedad, es decir, -3ºC de temperatura húmeda. Aunque la última tecnología permite llegar a producir nieve incluso desde los 2ºC con un 25 % de humedad. Siempre que sea de noche porque no existe la acción del sol. Aunque a principio de temporada, cuando toda la presión recae sobre los departamentos de nieve producida de todas las estaciones para abrir la estación al público lo antes posible, se intenta todo, incluso producir a 0ºC y un 80 % de humedad.

Los esquiadores vemos el cañón de nieve como un simple tubo, o según el modelo, un ventilador que escupe nieve, pero detrás esconde una buena dosis de electrónica e informática que lo hace complejo.

La instalación consta de una red de tuberías de aire y agua que conectan los cañones distribuidos por toda la estación con los depósitos de agua y las salas de bombeo y compresores. Paralelamente corren los cables de potencia y comunicación para el control remoto del sistema. Todo este cableado desemboca en las arquetas. Las bases sobre el terreno donde se conectan los cañones. Dentro de las arquetas se encuentran las válvulas de agua y aire.

Como los cañones pueden ser transportables, existen más arquetas (lugares donde conectar el cañón) que cañones, y en función de las necesidades de nieve de cada zona, van rotando. Y para controlarlo todo, la sala de gestión donde se controla el automatismo central. Por último la parte más visible del sistema, los cañones, pueden ser de tipo lanza o tipo ventilador. Después está toda la parte informática, como las tarjetas de comunicación, que permiten tenerlo todo controlado y activar de forma remota el sistema.

Antiguamente era todo manual, dos grifos, uno de agua y otro de aire, y los abríamos a ojo. Íbamos con el termómetro colgando de la chaqueta todo el día para conocer la temperatura en cada momento. Ahora todo está controlado informáticamente y un ordenador pone en marcha el sistema solamente cuando se dan las condiciones óptimas para el innivado. La informática lo ha facilitado mucho todo, pero ocasionalmente también juega malas pasadas," explica Xin, jefe del Departamento de Nieve Producida del sector Arcalís de Vallnord. “A veces, por errores en las tarjetas algún cañón se enciende y se apaga solo y nos vuelve locos”.

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Aunque en Francia se ha acuñado el término nivocultores para denominar su trabajo, ellos prefieren denominarse simplemente productores de nieve, aunque parece irremediable que popularmente se quedarán para siempre con el nombre con el que han sido conocidos desde los inicios, cañoneros.

En el sector Arcalís de Vallnord, por poner un ejemplo, el equipo está formado por siete personas que hacen turnos de ocho horas. Y siempre hay dos de servicio. En cambio, en una estación tan grande como Grandvalira o Baqueira Beret son unos cuantos más. El trabajo nocturno es vital, durante la noche se produce cerca del 65 % de la nieve porque es cuando hace más frío y menos humedad. Aunque curiosamente en Arcalís, según explica Xin, el momento más frío del día es durante el amanecer, entre las 8 h y las 10 h.

Los equipos están acostumbrados a trabajar de noche, y eso ha dado pie a muchas anécdotas a lo largo de los años, como una vez que Xin, acompañado por su perro, salió a hacer la ronda. De pronto notó cómo un hocico le acariciaba la cara olisqueándolo. Pensando que era su perro lo apartó sin mirar hasta que le mordió la mano, entonces se percató de que se trataba de un zorro. Los zorros son los únicos, junto a los maquinistas que conducen las ratracs, que merodean por la montaña a esas horas.

[box type="shadow" align="aligncenter" width="80%" ]Imprescindibles para producir nieve

1º Agua. Entre 20 y 40 bar de presión

2º Aire comprimido.

3º Presión. Hasta 10 bares.

4º Temperatura baja. A partir de +2ºc y 25 % de humedad

5º Humedad baja. Lo ideal son a partir de 0ºC y 50 % de humedad.

6º Condiciones de poco viento. Siempre por debajo de los 50 km/h.[/box]

Hace 25 años íbamos solos, éramos un equipo muy pequeño. Ahora siempre vamos en parejas y esas cosas son más difíciles que ocurran”, recuerda Xin. Los equipos hacen rondas cada hora para comprobar que todo funciona bien. Los días de viento con muchísima más atención si cabe, ya que es el peor enemigo de los cañones.

Los productores de nieve hoy en día son gente titulada, muchos de ellos formados en su mayoría por la ANPNC de Briançon (Francia). Son imprescindibles unas buenas condiciones físicas, aguante ante las temperaturas gélidas de las noches de invierno y conocimientos de electricidad y electromecánica.

El equipo se pone en marcha a las 17 h, cuando cierran los remontes al público. Lo primero es revisar las motos de nieve, que son el vehículo imprescindible para desplazarse por la estación. “Ahora son modernas, pero hace 20 años, en las noches de mucho frío se les congelaba el acelerador y si se iban solas. Ahora nos reímos, pero entonces no hacía tanta gracia”, recuerda Xin.

Ponen en marcha las bombas, los compresores y por último los cañones. Desde la sala de gestión se comprueba que la producción sea correcta, con especial atención a posibles pérdidas de presión, de corriente, de comunicación, etc. En la mayoría de las ocasiones producidas por el viento y las vibraciones que este provoca.

Hoy en día está todo muy informatizado, y eso ayuda mucho a localizar y subsanar las averías. De principios de noviembre a mediados de febrero es el período de máxima actividad para el equipo. Es durante esos meses en los que se produce nieve. A partir de ahí se dedican a recoger la electrónica y el material más sensible a las subidas de tensión y las tormentas eléctricas de primavera. Después se emplean más a tareas de mantenimiento del manto cubriendo puntos negros como los muros con mucha pendiente, donde los esquiadores derrapan mucho, o zonas más expuestas al sol donde la nieve se funde con mayor rapidez.

El trabajo de verano también es importante. Es la época del mantenimiento, pero vital para que en invierno todo funcione bien. Los cañones sufren mucho por la presión del agua, que los erosiona. Hay que revisar todas las bombas y las válvulas.

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Algo que desconocen muchos esquiadores es que en algunas estaciones, como es el caso de Vallnord, se produce nieve de tal calidad, que sirve para mejorar la nieve natural en algunas zonas. Si las condiciones de frío y humedad lo permiten, la nieve producida es de tanta calidad que incluso los corredores de alpino la prefieren a la natural, tanto para entrenar como para competir.

Los cañones permiten distintos niveles de acabado jugando con el aire y el agua. Cuanto más aire y menos agua se aplique, la nieve es más seca y por lo tanto mejor para deslizar.

La tecnología de los cañones va evolucionando para consumir cada vez menos energía a la hora de producir nieve, porque eso cuida el medio y ahorra dinero.

Tradicionalmente se ha visto la nieve artificial como un elemento agresor del medio, cuando hoy en día no es del todo así. El proceso de la producción no utiliza más que elementos naturales como son el agua y el aire, sin ningún tipo de aditivo. En las estaciones de la Península y los Pirineos no se utilizan estos añadidos, sí se hace en otros lugares, donde usan agentes biodegradables y no tóxicos que facilitan a las moléculas de agua tomar la forma adecuada para formar un cristal de hielo. En la mayoría de los casos son elementos naturales como por ejemplo un germen que reside en la cebada. Los compresores actuales son secos, no son lubrificados por ningún aceite y por lo tanto su contaminación es nula. Además el 70 % del agua utilizada se filtra y el 30 % se evapora, con lo que toda el agua que se toma prestada a la montaña se le devuelve.

Lo que sí es agresivo con el medio son las obras de canalización que requieren las instalaciones, pero en la actualidad, todas ellas se rigen por un estricto estudio medioambiental previo.

Texto: David Ledesma

Fotos: Solo Nieve/Jesús-Andrés Fernández/Marcel Urigüen

Asesoramiento: Jesús Candesín (Vallnord)

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