Esquiar solo es, para nosotros que somos esquiadores «de verdad», uno de los mayores placeres de la vida. Un lujo que no cualquiera se puede permitir, y, desde luego, no siempre puede llevar a cabo. Un placer que te lleva a encontrarte contigo y a disfrutar de ti como de muy otras pocas formas puedes hacerlo.
Y así me encontré conmigo en uno de esos días en los que el placer de esquiar solo se multiplica por dos, o por tres, o por todos los números del mundo, porque estaba esquiando sobre una nieve polvo que se iba depositando con una suavidad como sucede pocas veces al año en nuestro querido Pirineo. Con calma, sin prisa ni viento, sin brisa y con tiempo. Como te gusta que nieve cuando estás preparado para darlo todo esquiando.
La Martí Salvans
Y allí estaba yo, en mitad de la pista Martí Salvans, de Soldeu-El Tarter en Grandvalira, mirando arriba y abajo pensando en cómo era posible que allí no hubiera nadie en ese momento. En el momento en el que tú crees que estás en el Paraíso. Recuerdo el instante en el que paré a echar una fotografía y en el que me acordé de mi amigo Joan, que no podía esquiar ese día por una pequeña lesión. Otras veces la habíamos esquiado con buena nieve, y con mala, y con nieve regular y siempre es un placer, porque siempre es un placer el poder esquiar. Y pensé también en Luís, que sí que tiene una lesión peor, pero de la que saldrá como salimos todos de todas las lesiones. Y por uno y otro me pegué dos bajadas de las que se pueden hacer muy pocas veces al año. Por ellos fueron y con ellos las volveremos a hacer en cuento sea posible.
Esquiar solo
Siempre es un placer esquiar, pero nunca como esquiar solo. Contigo, con tu equipo. Ese equipo elegido con mimo, de entre lo mejor lo que mejor se adapta a ti para sacarte todo. Porque ¿quién se lo saca a quién? ¿El equipo a ti o tú al equipo? Cuando te fundes tan bien con él y juntos con la nieve, qué más da. Todo en ese momento fue perfecto y fluímos por la nieve como pocas veces he fluido. Solo, rápido, preciso, con ritmo, fluido y liviano, porque cuando la nieve está así parece que no peses, te sientes tan ágil, tan etéreo …

Y hubo muchas bajadas, y muchas otras pistas. Tan solo paré a saludar a una pareja de amigos que no suelen faltar en las grandes citas, ni en las pequeñas, que también son importantes.
Y conforme avanzaba la mañana la nieve se iba poniendo mejor, caía más franca, hacia abajo, sin aire, y cada vez los copos eran más gordos, y hacía frío, y yo estaba con la adrenalina por todo lo alto. Y quería más, y más… Solo en las sillas reflexionaba un poco sobre lo que estaba pasando. Era una mañana de domingo en la que estaba nevando como debería de nevar siempre, no había casi nadie en la estación, llevaba el equipo perfecto, ni una sola dolencia en el cuerpo, estaba recibiendo los frutos de la actividad física que hacemos para estar bien en estos días… Todo era perfecto.
Si alguna vez se me ocurriera preguntarme por qué esquío y no encontrara una razón lógica, espero acordarme de alguno de esos momentos porque uno solo de ellos da sentido a una vida entera de esquiador.
Más tarde paré a tomar un café y comenzó lo que sería una excelente jornada de esquí con amigos. Pero para entonces yo ya tenía mi día hecho, y fue como tener dos días en uno. Dos días perfectos de pura nieve virgen. La segunda parte queda para otro día...
La otra aventura
La otra aventura, menos afortunada, fue que prácticamente me echaron de la carretera volviendo a casa, pero por suerte mi vecino y amigo Mario y unos chicos andaluces con una Ford Raptor (sí, igualita que la de Aymar) me ayudaron a volver a meter el coche en la carretera y pude terminar sano y salvo una jornada que tardaré mucho, espero que muchísimo, en olvidar.
¿Y tú? ¿Qué prefieres?
¿Esquiar uno de esos días solo o esquiarlo con amigos?. Dos maneras de disfrutar parecidas pero muy distintas. En una compartes el placer contigo mismo, en la otra con tus amigos. ¡Qué gran duda!
Realmente consigues trasladar a cualquiera a esas sensaciones qué tú tienes cuando esquías.
¡Me encanta leerte!
Hay situaciones, que sabiendo que te quiere mucha gente, es más intenso vivirlas solo.
¡Qué se mejoren tus amigos!
Muchas gracias. Bueno, a mí me gustar recordarlo y, de alguna manera, si queda escrito parece que vaya a durar más tiempo.
Lo que me gusta de este tipo de artículos es leerlos en verano, cuando estoy en la playa o pasando calor aunque sea en la montaña.
Los chicos saldrán adelante, ¡seguro!
«Con calma, sin prisa ni viento, sin brisa y con tiempo. »
Parece una canción de Sabina. ¡Muy bueno!
¡Muchas gracias Juan! Bueno, a veces el esquí nos inspira mucho.
Esquiar solo, navegar solo, vivir solo, nacemos y morimos solos. Todo depende de si queremos o no compartir nuestro momento. He navegado en solitario, y es una maravilla siempre y cuando no me de un “yuyu “, he esquiado mucho en solitario y tambien en compañía . Lo importante es disfrutar del momento, solo o en compañía, ambos creo que llenan por igual.
Sí, disfrutar de todos los momentos es lo principal. Por ejemplo, este fin de semana que he estado en familia, ha sido increíble.
A lo que no me atrevería es a navegar solo. ¡Uffff! Soy bastante miedoso en general, pero en el mar ya ni te digo. Si en la montaña a veces me da miedo…
Saludos y muchas gracias, me ha gustado mucho tu comentario.