Kristinn Runarsson y Thorsteinn Gudjonsson desaparecieron en octubre de 1988 en su intento por alcanzar la cumbre del Pumori un pico de 7.161 metros de altura muy cercano al Everest (Himalaya).
Ahora, sus familiares y amigos por fin descansarán en paz, pues se han encontrado los cuerpos de los 2 alpinistas después de 30 años.
La noticia la comunicó Steve Aisthorpe, funcionario de la Iglesia de Escocia, y conocido de Runarsson y Gudjonsson.
De hecho, él mismo explica que junto con otro alpinista llamado Jon Geirsson, formaban parte de la expedición de 4 hombres que iba a subir el Pumori.
Sin embargo, tanto Aisthorpe como Geirsson tuvieron que retirarse al ponerse enfermos, pero alentaron a sus compañeros a seguir sin ellos.
Aisthorpe cuenta cómo tuvo un mal presentimiento y salió corriendo hacia donde tenían las tiendas y debían estar sus amigos. Pero no estaban, y se pasó semanas buscando a sus amigos, sin éxito.
"La montaña se queda lo que se tiene que quedar"
Los cuerpos debieron caer en alguna grieta y con los años fueron arrastrados glaciar abajo, hasta que finalmente la montaña ha decidido devolverlos a la superficie.
Aunque no ha sido desvelada la identidad del hombre que encontró los cuerpos de los 2 alpinistas, sí se sabe que fue un alpinista estadounidense.
Una vez recuperados los cuerpos, fueron trasladados a Katmandú para ser incinerados y sus familiares pudieron llevarse las cenizas a Islandia, su país natal.
Si llegaron a alcanzar la cima, es algo que nunca sabremos, aunque por la posición de las cuerdas si no lo hicieron, se quedaron muy cerca.
Lo que los dos alpinistas tenían muy claro antes de subir, era que se trataba de una empresa peligrosa. Según explicaba a un medio islandés el hijo de Gudbjartsson, que no llegó a conocer a su padre (su madre aún estaba embarazada cuando murió), “Kristinn y Thorsteinn le habían dicho a la gente que si algo les pasaba, la montaña los cuidaría. Ellos no querían poner en peligro a nadie para salvarlos. La montaña se quedaría con lo que se tuviese que quedar”.