Si te piden que describas el perfil completo de Javi Vega, uno de los mejores freestylers de la Península, seguro que no te imaginas a un dentista, vestido con bata verde y operando. O a un piloto de motos en la meta del Dakar. Pero es que Javi es único. Es eso y mucho más. Es el doctor Vega.
Hoy tenemos una entrevista con Javi Vega. Nuestro protagonista ha conseguido ser uno de los freestylers españoles con más relevancia dentro del panorama internacional.
No ha sido fácil y ha sorteado muchas las dificultades hasta lograr el respeto que este deporte se merece. Pero no encontrarás desazón ni tristeza en sus palabras, sino alegría, risas y ganas de vivir.
De niño aprendió que no hay mejor regalo que disfrutar y divertirse con lo que haces. Que la rutina del trabajo, el esfuerzo y la dedicación son el camino hacia tus propios sueños, que interiorizar esta cara B convierte los sacrificios en oportunidades.
Ni las lesiones, ni la falta de ayudas o apoyos institucionales han conseguido quebrar ni amilanar su carácter luchador. Abandonar nunca es una opción, ni en el deporte ni en la vida.
Ahora comparte su aventura vital con su pareja y piloto de motos Sara García, campeona del mundo de bajas/rally en 2017 y primera mujer europea en acabar el Dakar sin asistencia, en 2020, que le ha insuflado emoción, una sonrisa perenne y mucho gas.
Javi es tester de Solo Nieve desde 2007, un fijo en el equipo. Y espero y deseo contar con él siempre o hasta que, como él mismo dice, seamos tan mayores que nos regalen el forfait.
Mis padres, Javier y Olga, eran esquiadores del C.A.E. (Club Alpino Español) y cuando solo tenía un año me llevaban a pistas, subido en la mochila. Con dos años me regalaron unos esquís de plástico ¡y empecé a andar con ellos puestos por el pasillo de casa! Al mismo tiempo empecé a deslizar en el puerto de Navacerrada. Recuerdo que la pista de iniciación, El Escaparate, tenía un trampolín enorme.
Ha construido mi forma de ser, mi carácter. Me ha permitido viajar y conocer mundo... gracias al esquí tuve la oportunidad de estudiar en un colegio en el extranjero (Colegi dels Pirineus en Aldosa, Andorra). El esquí es parte de mí, no concibo no esquiar durante meses. De hecho y, gracias al Madrid SnowZone de Xanadú, no paso dos meses sin esquiar.
Cuando me fui a vivir a Andorra y empecé a esquiar a diario, a compaginarlo con las clases, el gimnasio… me di cuenta de que era mi prioridad. Lo valoro muy positivamente, porque coges una rutina de trabajo, esfuerzo y dedicación desde pequeño.
A los seis años empecé a competir y ya acarreaba mucha dedicación (madrugar, traslados largos hasta la sierra en el mismo día…), pero me entusiasmaba y me compensaba.
Ahora, con la moto, este sacrificio ya no cuesta. He entrenado desde niño. Pero el punto de inflexión realmente sucedió cuando di el paso al freestyle. Al acabar el colegio, con 18 años, Elan me propuso un contrato con una oferta económica por hacer lo que me gustaba: esquiar.
Fue un cambio absoluto. ¡Me iban a pagar por esquiar! En ese momento me planteé hacer del freestyle mi modo de vida. Me impliqué y entendí que tenía que currármelo para devolver a la marca la apuesta que hizo por mí. Y lo logré. Conseguí triunfos y pódiums desde el principio y más tarde representando a la marca en eventos y competiciones.
Cuando tienes el hábito de estudiar, compaginarlo con el deporte no cuesta. De hecho, me metí en odontología para seguir estudiando. Había aprendido a esquiar por la mañana y a estudiar por la tarde. Hasta el tercer año de carrera no me di cuenta de que me gustaba de veras.
Soy dentista por tradición y vocación. Mis abuelos eran dentistas y tenían la clínica, que luego fue de mi padre y ahora mía, en el mismo edificio donde vivían. Llevo viviendo pegado a la clínica desde que tengo memoria.
¡La vida pirata es la vida mejor! Aunque la verdad es que solo me retrasé un año en acabar la carrera. Lo volvería a firmar sin dudarlo un segundo.
¡Me jubilaré con la bata puesta y me volveré un loco de las pistas porque el forfait será gratuito!
Cuando era corredor de alpino era uno más. Bueno, fui campeón de Madrid… Pero la realidad es que siempre me había molado el rollo saltimbanqui y en las estaciones aparecieron los snowparks, half pipes…
Recuerdo que cuando competíamos en La Molina o El Tarter íbamos siempre al park con los esquís de alpino y nos bronqueaban los shapers, porque decían que lo rompíamos. Te voy a contar una anécdota, para que te hagas una idea de lo enganchado que estaba al freestyle siendo corredor de alpino.
Debía tener unos 16 o 17 años, cuando en una Top CAEI conocí a May Peus (actual presidente de la RFEDI –N. del R.–). Él era el director de carrera y yo optaba a top 5. En la primera manga perdí la línea en la parte final, cada vez me iba más lejos de la trazada buena y acabé en la nieve no fresada, que me relegó al 15º puesto.
Como necesitaba los puntos y ya no optaba a acabar entre los primeros, mi entrenador me dijo que en la segunda manga no debía pasar por meta. En el Stadium de Beret hay un cambio de rasante en la parte superior, que estaba acentuado por la nevada.
Salí a pasármelo bien y al llegar a ese punto, sin pensarlo, hice un 360 que planché perfecto con los GS larguísimos que usábamos. Antes de cruzar la meta me salté la última puerta. No me había dado tiempo de quitarme los esquís cuando vi acercarse una persona enfurecida, con el pelo a punto de echar a arder, diciéndome que quién me creía que era y que no podía volver a hacer algo así en mi vida.
En ese momento creo que le dije que se me había encarrilado un esquí y fue la única solución para no caerme… mentira podrida. Obviamente se le pasó el enfado y la sangre no llegó al río. Era inevitable que acabase haciendo freestyle. Ahora, cuando nos vemos con May, todavía lo recordamos.
Por supuesto mis padres y el equipo del C.A.E. Pero realmente las personas que han sido mis referentes en el freestyle han sido Paco Berenguel, Leo Tarrat, Guy Díaz y Carlos Domínguez.
Piensa que antes no teníamos la posibilidad de ver vídeos y fijarnos en otros estilos ni trucos. Llegar al freestyle fue un paso natural. Sin forzar. Hubo una etapa previa en el esquicross, gané el circuito Crossmax un par de años. Me propusieron formar parte del equipo nacional de la disciplina, pero no quise dar un paso atrás en el camino que ya había empezado.
El freestyle cambió mi vida radicalmente, por la motivación que generaba ganar carreras y realizar photo shootings por toda España (urbano, estaciones…). Un aspecto importante fue verme apoyado por marcas.
Con el freeride he tonteado (en El Dorado, por ejemplo), pero no sé si me llegó a gustar del todo. En las competiciones me pareció que había mucha tensión y presión entre los corredores. Me recordaba al esquí alpino y yo quiero divertirme esquiando. Cuando te diviertes vas más suelto, es más intuitivo. Y eso, al final, es lo que gana carreras.
Mi vida ha sido siempre así. Estudié la universidad en Madrid y cada fin de semana hacía 1.240 km para poder esquiar. Estas kilometradas son las que me han preparado para afrontar la preparación del Dakar.
Tengo la suerte de trabajar y ganar mi propio dinero y no tener que estar mendigando a las marcas, dependo de mí, y eso no tiene precio. Para compaginar todo debes tener las ventajas de ser autónomo. Vale más ganar menos y tener tiempo. Poner en valor tus objetivos y decidir qué te compensa y te aporta más.
Lesionarse te enseña y te prepara para la vida. A mí me ha permitido analizar errores, a echar el freno cuando toca y me ha enseñado a racionalizar la situación y ver cómo mejorar.
Lesiones: cadera dos veces (una derecha y otra izquierda), las dos clavículas, dedos, las dos rodillas (cruzados y meniscos), costillas, mordiscos en la lengua, quemaduras y la última hace cuatro años, que me hizo cambiar el chip y replantear la situación, fue un neumotórax que me dejó doce días en la UCI.
Me gusta acabar las cosas, nunca me retiraré porque no pueda más, por fatiga (el año pasado me rompí dos dedos del pie y no abandoné). Solo abandonaré si se rompe la moto. En la vida, como en el Dakar, no abandono. Siempre hace falta un poco de suerte, obviamente.
He ganado competiciones RFEDI, pódiums FIS, competiciones de freestyle… pero siempre me he quedado con la espina clavada de haber podido ser olímpico en freestyle. Aunque en mi primer año del Dakar me pude quitar esa sensación, porque fue tanto el esfuerzo y sacrificios que hice para acabar ese Dakar, que compensó con creces todas las ilusiones truncadas.
Me encantaría esquiar toda la vida. La última película que filmamos fue Round2 (publicamos un artículo en el nº 81 de Solo Nieve) y el objetivo que tenemos todo el equipo es hacer Round3 cuando tengamos 60 años. Ahora mismo disfruto del esquí y colaboro con marcas y revistas. En la moto me gustaría, en un futuro, correr el Dakar en solitario y ver qué pasa.
La evolución ha sido brutal, porque he pasado del freestyle al freeride y me ha permitido ver ese cambio en cuanto a marcas y mercado. Hay mucha diferencia en los materiales que se usan en las distintas disciplinas.
Pero lo cierto es que la base es el esquí alpino, de allí parte todo. Hay que tener cuidado con estas evoluciones y entender el material para poder crecer. El mejor modo es con un mentor/entrenador y conocer los elementos de seguridad en freeride, conocer bien el material… La oportunidad que me brinda el test de Solo Nieve es una suerte. Porque me enseña y hace una labor de educación muy constructiva.
Mi motivación al empezar en freestyle se vio apoyada porque pasó a ser deporte olímpico y se convirtió en un objetivo real. Pero la Federación Madrileña de entonces (la actual) se interpuso en mi sueño de ser olímpico. Gané el 1º y 2º campeonato de España, que en cuanto a organización y gestión fueron desastrosos.
Cuando corría en alpino tenía subvención de la federación por ser campeón de Madrid, lo que me permitía costear alguna carrera. Después de ganar el primer campeonato de España, pedí la misma subvención para poder costear las carreras y me la concedieron.
Pero al año siguiente la Federación Madrileña me dijo que ellos no iban a firmar la solicitud de la beca porque me consideraban mayor y debía dejar paso a las nuevas generaciones (tenía 29 años). La realidad es que no había nadie más, ni joven ni mayor, como alternativa. Éramos cinco gatos y uno andorrano. Eso me desmotivó y opté por no empezar una lucha en los despachos. Una pena.
Fue un cambio radical. Dejé de vivir en Barcelona (trabajaba en una consulta en la Ciudad Condal, para poder entrenar en Andorra) y al fallecer mi padre me trasladé a Madrid. Allí empezamos a compartir aficiones y surgió la aventura de las motos. Gracias a Sara volví a motivarme como cuando empecé en el esquí alpino o más tarde en el freestyle. Ahora, con las motos.
Con todo lo que habéis logrado juntos… ¿para cuándo una o un mini-rider? Realmente lo tenemos presente y lo hablamos. Hay que encontrar el momento, es un gran y buen proyecto, pero hay que tenerlo bien asentado. Sara está en su cumbre deportiva y yo a tope… toca esperar.
Javi Vega, muy personal
Fecha de nacimiento: 18/3/1985
Lugar: Madrid
Altura: 180 cm
Esquí de diario: K2 Poacher
Bota de diario: Full Tilt Ascendant SC.
Utensilios de diario (en la clínica): Espejo, sonda y bisturí.
Moto del Dakar: Yamaha WR 450
Sponsors: K2, Rockstar, Oakley, BCA, Pow Gloves, Madrid Snowzone, Yamaha, Pont Grup, Motocross Center, Mountain Wolf.
Tus vacaciones 10: Un viaje para esquiar powder en Canadá. O repetir el viaje a Japón y conocer bien la cultura y los lugares. He vuelto a esquiar con mis amigos de infancia, cosa que antes era inviable, y ahora lo que realmente quiero es viajar y compartir esas experiencias con ellos. Friends on powder days.
Música: Electrónica a fuego.
Comida favorita: Tortilla de patata con cebolla. En la cocina hago mis pinitos, pero mi chica cocina genial y le encanta…
Fotos: Javi Vega, archivo Solo Nieve, Alex Gosteli, Roland Haschka, Guille González, Alba Pardo