Pepe llegó al parking de la estación ese día a mediados de enero, como cada día de la temporada anterior, tan corta por culpa del maldito c19. Eran las ocho y media de la mañana. En el parking había pocos coches y todos, como el suyo, con el distintivo especial. «Autorizado para sábado 16 de enero de 2021».
Ahora no había que buscar sitio, pues eran dos plazas para cada coche, para mantener la distancia respecto de otros esquiadores.
Ese día subía solo, ninguno de sus amigos había conseguido un permiso para subir con él. Las restricciones seguían siendo muy fuertes.
Pepe recordaba ese famoso domingo, tres de mayo del pasado año, cuando salieron todos en tromba a correr, montar en bici, caminar, jugar, patinar y jugar al fútbol… no fueron todos, fueron solo unos pocos comparativamente hablando, pero el c19 volvió a hacer de las suyas y así seguían hoy…
Echó un lento vistazo alrededor suyo… ¡cómo había cambiado la estación! La montaña seguía siendo la misma, pero había cambios importantes en los remontes. Las cabinas y las sillas estaban separadas por cien metros… una cada cien metros… era terrible.
Pero lo que más chocaba eran los policías que estaban ya apostados en cada una de las entradas de los remontes… dos por remonte. Imposible pasar si no llevabas los papeles en regla. De camino a la estación ya le habían parado dos veces, pero aquello parecía excesivo. Todo y eso, aun había gente que intentaba colarse…
Las colas eran escasas, no era un problema de colas, era un problema de lentitud. Con las nuevas separaciones, dos personas por remonte, separados por una mampara, ya fuera en la silla o en la cabina, hacía que el tiempo de espera para subir fuera una agonía. Cada esquiador a dos metros y todos enseñando los permisos además del forfait, a los policías de turno. Los niños, si no eran auto suficientes, no podían subir, pues la ordenanza mandaba que cada uno se llevara su material y no podían ser ayudados por los remonteros.
Calculó por la gente que había en el parking, que ese día solo haría unas cinco bajadas, seis con suerte. Era imposible encontrarte a alguien arriba, pues el policía de la parte alta del remonte no te daba tiempo ni para sacar una foto… había que bajar rápidamente.
Pepe deseaba que esa situación de pesadilla acabara pronto, lo más pronto posible. Respiró hondo y dejó de lado todo lo negativo. Sonrió para sus adentros…. habían cosas buenas… estaba allí arriba, iba a esquiar, hacía sol y la nieve era buena. Las previsiones para el mes de febrero eran de re apertura total de las estaciones. Faltaban pocos días ya.
Ya preparado del todo, se puso la mascarilla, eso sí, la que había comprado de su marca favorita de esquís, algo ahora muy de moda, con vivos colores a juego con su modelo de esquís y se dirigió, no al telecabina ni a la silla, si no a los dos nuevos tele arrastres que se habían montado el verano anterior y que subían arriba del todo también. En ellos solo se permitía subir a los más expertos, los que sabían subir en una percha por una empinada pendiente y luego, claro está, bajar por una divertida pista negra.
Friki says… Este escrito es solamente una ficción. La próxima temporada tiene que ser mucho mejor que la 2020.