Esquiar con hijos. Un momento clave

Esquiar con niños. Pocas cosas hay para un esquiador con hijos comparables a poder compartir ratos en la nieve con la familia. Asistir a la progresión de los pequeños es un regalo que no tiene precio. Pero si eres de los que llevas a tus hijos a menudo a esquiar, es muy posible que, antes de que te des cuenta, salgan antes que tú y ya no les puedas atrapar durante la bajada. Ese día marca un antes y un después y en función de cómo seas te dejará una mezcla de sensaciones muy interesante, especialmente si te tomas el esquí de manera competitiva.

Es posible que seas o creas que eres un esquiador cañero, muy cañero. Bueno, pues como se te ocurra meter a tus peques en un club y empiecen a pasar palos, llegará un día, más pronto que tarde, que te sacarán dos segundos en la social del club y eso, aviso, te va a doler. Sí, todos nos alegramos de los progresos de los peques, pero en el fondo pensamos que seguimos siendo aquellos esquiadores que éramos. Y que venga un chaval, aunque sea el nuestro, que hace dos días no podía ponerse las botas solo y te arranque las pegatinas del casco, es un golpe que cuesta un poco de superar.

Me gusta ver cómo los padres nos enfrentamos a ese conjunto de sentimientos encontrados. Por un lado, una satisfacción inmensa por el orgullo que sienten tus peques al ganarte, pero a la vez un sentimiento amargo por ver que los que vienen detrás te están «jubilando» de manera prematura.

Yo esta temporada me enfrento a ese momento, porque llegará, si no este, el año que viene. Pero aviso, nos enfundaremos de nuevo el mono e intentaremos dar guerra 🙂