Hacía tiempo que les tenía ganas. No es que quisiera hacerles daño, ¡al contrario!. Los veía cada día en mi garaje y quería darles una vuelta. Fueron unos esquís míticos y nada tenían que ver con la película de Greg Stump, mas que la edad…
Esos Blizzard Fireblade Race hicieron las delicias de muchos esquiadores de la época, además de ser ganadores de la famosa Hahnenkamm en su versión Olympic, dándole al increíble Franz Klammer su 25ª victoria en descenso de copa del mundo.
A mi me quedaban muy lejos en el tiempo, pero quería experimentar las sensaciones que se tenían con unos palillos como esos en las botas. Seguro que no me iban a dejar indiferente.
Un día de abril de la pasada temporada me decidí a sacarlos del garaje-museo. La tarde anterior comprobé el estado de las fijaciones, las ajusté a mis nuevas botas, a mi peso y potencia, menos medio punto para no tener ninguna sorpresa, los enceré a tope y me fui a dormir soñando emular a Klammer el día siguiente.
La verdad es que me sentí un poco raro al principio, tanto por la cantidad de esquí que sobresalía por delante y por detrás de las botas, como por la delgadez del conjunto, menos de un palmo para dos tablas y sobre todo por que los esquís en las botas eran taaaaaaaan estrechos.
Las miradas de los demás esquiadores en la cola del la silla lo decían todo. En cada subida tuve comentarios que me daban pie a explicar que no eran malos y que por muy viejos que los vieran, no estaba teniendo problemas para disfrutar con ellos.
Es más, en una subida, un padre se lanzó a explicar a su hijo lo que él había disfrutado con esquís de esa época. Pobre enano, creo que no entendía nada.
No tenía claro si con la nieve un poco pasta sería la opción mas idónea, pero con los primeros giros en la dura nieve de la mañana, me di cuenta que esos bichos eran verdaderos misiles, de la temporada 1984/85 y 205 cm de largo (actualmente estoy esquiando con 171cm).
Y era un par absolutamente nuevo que solo habían sido esquiados una mañana en el 2002, para probarlos justo después de adquirirlos completamente nuevos.
De hecho yo mismo les monté unas fijaciones Marker. Después de ese día, volvieron al garaje museo 16 largos años más, hasta ese día de abril que salieron nuevamente y vieron la luz y tocaron de nuevo la nieve.
Eran esquís de verdad… No digo que sean mejores ni peores que los de ahora, pero son esquís recios, bien fabricados, con unos volúmenes muy compensados y nada tienen que envidiar a los esquís actuales, todo y que fueron fabricados hace unos 34 años.
Si bien están en la prehistoria tecnológicamente hablando, no deja de ser un esquí de competición y sus exiguas cotas exigen muchísimo del esquiador que los lleve, Siempre y cuando éste quiera sacar el máximo rendimiento posible, y te puedo asegurar que es mucho….
Una vez en las botas te das cuenta que hay que girar diferente. Volver a aquello del esquí independiente, con apoyos de 70/30 o 75/25 según la pendiente. En los giros cortos, lo mejor era en alternativo y dejarlos derrapar de colas.
A medida que me fui adaptando a ellos, fueron mucho mejor que muchos pares actuales. Sus características eran de lo mejorcito en su época y por ello necesitan ser esquiados con garra, con nervio, con ganas y sobre todo con técnica antigua… Algo de giro independiente y giros saltados hacen de este esquí un perfecto perfomer para cualquier lugar o situación, tanto dentro como fuera de pista.
Y donde mejor lo pasé fue precisamente fuera pista, en nieve primavera, bajando por couloirs y canales, entre rocas y árboles… y eso que no era exactamente su terreno. La verdad es que solo tuve que parar por agotamiento a las cuatro y media de la tarde… Pero valió la pena.

Muy exigentes, sí, pero dos horas después de ponérmelos, si esquiaba en pista, eran dóciles y se dejaban llevar sin esfuerzo, aplicando la técnica que el esquí te pedía. Solo tuve una incidencia, en un giro de izquierdas a alta velocidad hice un interior y me fui a la nieve. Cuando me repuse de la torta y recogí los esquís, el canto de la espátula de uno de ellos se había despegado. Nada que un poco de cinta americana que llevo siempre en los palos no pudiera remediar. Al final de la jornada pude decir que son realmente unos Blizzard of Ahhhhs…
El modelo Race era tan bueno que aun salieron casi una década después en The return of the turn. Os dejo con un fragmento de esa divertida película. Para mí son unos Blizzard que sacan ahhhs en cada giro….
Return of the turn
¡Qué bueno el vídeo! Me vienen ganas de desempolvar mis antiguos esquís de baches, de 1991, de 195 cm y completamente rectos, que tengo en algún rincón del trastero.
Está claro que lo que cuenta es el indio y no «las flechas» (nunca mejor dicho).
Jajajaja, gracias Dogger! solo hay que animarse y sacarlos a pasear un día la próxima temporada y verás que sensaciones!! vale la pena!!
Cada temporada digo que me voy a coger unos antiguos. Yo no me iría a nada exigente, me conformaría con un esquí dócil y no exageradamente alto, con 195-200 cm sería suficiente. Sé que me iba costar mucho, pero algún giro si que conseguiría. El problema es cuándo. Nunca encuentro el momento de «perder» una mañana de esquí, aunque si lo pienso sé que no sería perderla, sería ganarla.
Correcto Álvaro! no se pierde para nada ese día! es una pasada y todo un reto hacerlos «esquiar» bien! Cada curva es una nueva puerta abierta a la siguiente y no paras de aprender… Has de adaptarte tu al esquí y al final el binomio funciona como si jamas os hubierais separado! Animo! si te falta algún par, tengo un garaje lleno! Pero…. Todos de competi!!! Así aprovechamos y nos conocemos!!!
Siempre que abro mi trastero de las reliquias y veo esos Salomon Superforce 9 3S o esos K2 HP COMP que tantos días de gloria dieron, me entran ganas de probar… Pero nunca llega el momento. Me has vuelto a hacer pensar en ello!
Hay que buscar un momento y darles algo de vidilla a los pobres!! Anímate para la próxima temporada!!