Resulta curioso ver cómo año tras año se repiten los patrones en el caso del fin de temporada. Tras un primer momento de duelo, en el que parece que se acaba el mundo y no dejas de pensar en que quedan siete -sí, siete- meses para volver a esquiar, comienza el estadio que yo llamo de alivio. Llega al poco tiempo y se caracteriza precisamente por un sentimiento de alivio que recorre todo el cuerpo. Porque por primera vez desde noviembre llegan fines de semana en los que no hay que poner el despertador, que puedes quedar con gente ajena al esquí y tienes la sensación de que tu vida no transcurre a golpe de pito. Ah, y sin estar pendientes del parte meteorológico.
No lo buscamos, no lo queremos, pero ya que estamos así, sin poder esquiar, al menos nos relajamos un poco y vivimos con la sensación de que volvemos a tener vida, de que estamos de nuevo con la agenda disponible y que si un fin de semana no hacemos nada no lo viviremos con la angustia con la que lo vivimos en invierno.
A veces, reflexionando un poco sobre este tema llego a pensar si somos algo esclavos de nuestro deporte, que nos mantiene siempre alertas, siempre pendientes, siempre «obligados» a acudir a la cita con la nieve. Desde fuera podría parecerlo, pero los que lo vivimos desde dentro, con la pasión rebosando por todos nuestros poros, tenemos una sensación muy distinta. Porque no nos engañemos, para lo que nos gusta esquiar, esquiamos muy poco. Seguro que los que practicamos otros deportes con más o menos intensidad nos encontramos con que el esquí no es el que practicamos más. En mi caso, esta temporada han sido cerca de 60 días de esquí, que para un esquiador de fines de semana es una burrada e implica estar siempre que se puede con los esquís puestos. Pero basta salir a correr, en bici, nadar o jugar a tenis un solo día a la semana para practicar estos deportes los mismos días que el esquí. Y eso cuando puedes esquiar más de 50 días, que tampoco es lo habitual. Es lo que tiene que sólo tengamos como mucho 6 meses para practicarlo y que además, no lo podamos hacer al lado de casa.
Hay que luchar para poder practicarlo todo lo que nos gusta. Hay que llegar al viernes, cuando ya vamos justos de fuerzas y sacar energías de reserva que sólo aparecen si hay que hacer una maleta para ir a esquiar. Hay que coger el coche y hacer unos kms y muchas veces llegando tarde para que, al día siguiente suene el despertador bien pronto para estar en pistas a las 8.45h. Nos apasiona y por eso lo hacemos. Pero eso no quita que cuando llega el final, yo al menos lo vea como una especie de vacaciones, como un final de curso, como un alivio.
Toca aprovechar este momento, de disfrutar del relax de los fines de semana porque, por suerte, dentro de menos de lo que pensamos estaremos de nuevo con el ansia por volvernos a poner los esquís. Y ese ansia durará hasta que llegue el día del fin de temporada, se apaguen los remontes, y volvamos a sentir el alivio.
Pero que nadie se lleve a engaño, alivio no implica olvido. Quedan menos de 200 días. Ha pasado lo peor.
Me gusta cómo plasmas lo que nos pasa a muchos. Sinceramente, a mí, que no me gusta madrugar, me gustó la primera hora del primer sábado que no esquié, pero la tercera y la cuarta ya se me hicieron largas… El domingo no pude más, y tuve mi día 53, y no fue nada malo. Al revés.
A cada uno le dura el alivio lo que le dura… Siempre es una alegría ver que uno no está solo.
Estoy con Álvaro,el primer fin de semana dice, vale, ok, pero al siguiente ya hechas en falta el despertador que te avisa que toca ir a esquiar 😉
Ja, ja, Yo creo que tú el primero ya lo echaste en falta!!
Igual que la temporada anterior, el alivio me duró como mucho el primer sábado. El primer domingo se me hizo laaaaargo, y este último fin de semana eterno.
Y eso que he podido disfrutar ambos fines de semana, de la familia, del deporte, de la bici, del padelsurf… Pero no es lo mismo.
Tanto es así que me voy a ir a buscar mi último día aunque me tenga que currar una buena subida…
Este fin de semana vuelve el invierno! tocará una dura subida para poder disfrutar de unos minutos de gloria!
¡Eso parece!
Bien hecho!