¿Debemos hacer ejercicio o entrenar cuando nos sentimos enfermos?

¿Debemos hacer ejercicio o entrenar cuando nos sentimos enfermos?

Como amantes de las actividades al aire libre y del deporte en general, es posible que muchos de nosotros tengamos una meta o rutina deportiva marcada para cada semana.

Sin embargo, cuando llegan estas semanas, con notables cambios de temperatura a lo largo del día, e incluso con los aires acondicionados aún funcionando en las oficinas, es fácil que acabemos resfriados y que algún día no nos encontremos bien. ¿Qué hacemos entonces? ¿Debemos entrenar y hacer ejercicio si nos sentimos enfermos?

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Ashley Hamer, una habitual colaboradora de la revista Live Science, habla al respecto con el Dr. Michael Jonesco, especialista en medicina interna y deportiva en el Centro Médico de la Universidad Estatal de Ohio.

Debemos decir que no hay una única respuesta, que el “secreto” estará sobre todo en saber escuchar nuestro cuerpo, aunque el Dr. Jonesco sí tiene una regla de oro que podría servirnos de guía y que llama: “la revisión del cuello”.

Según Jonesco, si se trata de una dolencia que solo afecta de cuello para arriba puede servir de guía para saber que posiblemente será seguro entrenar y presionar.

Es decir, si tenemos únicamente dolor de cabeza, mucosidad o dolor de oídos, por ejemplo, y sin fiebre, en la mayoría de casos se estará en condiciones de hacer ejercicio.

En cambio, si se trata de dolencias que afecten de cuello para abajo como dolor muscular, síntomas gastrointestinales o fiebre, entre otros, lo mejor sería tomarse 48 horas de descanso y volver a evaluar la situación. La razón es sencilla, estos síntomas indican que nuestro “cuerpo está montando una respuesta inflamatoria para tratar de curar un error sistémico.

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Por supuesto, esto no lo dice porque sí, sino por un motivo… Jonesco explica que “lo que realmente tratamos de proteger” (al no hacer ejercicio) son problemas que afecten al corazón y/o pulmones y matiza que incluso las molestias digestivas pueden afectar a estos órganos porque pueden provocar deshidratación, lo que estresa al corazón.

Enfermar más y no lograr un entrenamiento efectivo

Ya hay estudios que han demostrado que el ejercicio físico similar al de hacer una maratón afecta al sistema inmunológico poniendo a los deportistas en mayor riesgo de sufrir una infección incluso hasta 3 días después.

Sin embargo, aunque no vayamos a correr una maratón, el Dr. Jonesco explica que practicar deporte estando enfermos podría suponer un estrés similar para nuestro sistema inmunológico porque nuestro cuerpo “está tan ocupado poniendo energía en los sistemas necesarios para hacer ejercicio que toma esa energía de otros sistemas”.

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Pero no se trata solo de la posibilidad de enfermar más. Lo más probable es que nuestro esfuerzo no se vea recompensado pues no obtendremos los beneficios deseados, sino que nuestro cuerpo estará tratando de sobrevivir a esa sesión.

Además, añade, las principales recompensas del ejercicio provienen de la recuperación y estando enfermo es más difícil recuperarse adecuadamente.

Escucha tu cuerpo y vuelve poco a poco

Ahora bien, volvemos al principio, eso no significa que por cualquier malestar podamos tener la “excusa perfecta” para no hacer ejercicio, y tampoco hay que tomarse la regla del “de cuello para arriba”, al pie de la letra.

Lo que debemos hacer, alienta el Dr. Jonesco, es escuchar nuestro cuerpo: “Si no estamos seguros de si debemos hacer ejercicio o no, es posible que nuestro cuerpo nos esté diciendo que no está listo”.

Además, por supuesto, de otros factores que pueden ser determinantes a la hora de tomar una decisión. Por ejemplo, si tenemos un problema de congestión nasal quizá en términos generales estemos bien para hacer ejercicio. Sin embargo, depende de la congestión respirar bien sería imposible por lo que sería mejor dejarlo para cuando estemos mejor.

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Por otro lado, si hemos estado varios días enfermos y ya nos sentimos bien para volver, nos recuerda que no debemos esforzarnos al máximo desde el primer día, sino ir poco a poco: “No se puede esperar volver al nivel anterior el primer día. Rehidratarse, reabastecer el cuerpo, las reservas de glucógeno, las reservas de energía… Toma su tiempo”.

El Dr. Jonesco recomienda “comenzar con aproximadamente la mitad de la intensidad de un entrenamiento típico, sabiendo que llevará uno o dos días volver al ritmo habitual. Al día siguiente se puede aumentar alrededor del 75% y a partir de ahí evolucionar según se tolere”.

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