Horacio Llorens sobre el vuelo al K2: "Nunca he volado en un lugar que me sobrecoja tanto"

Horacio Llorens sobre el vuelo al K2:

6 veces campeón del mundo de parapente, Horacio Llorens ha visto desde las privilegiadas vistas de su parapente lugares y fenómenos con los que muchos solo podemos soñar: cruzar el océano Atlántico, Madagascar y África o fundirse en el cielo con la aurora boreal y sobrevolar un volcán activo, entre otros tantos.

Pero para nosotros, adictos a la montaña, nada como la última aventura que ha vivido, en compañía de Ramón Morillas y Tom de Dorlodot: llegar volando al K2 y lograr lo que han llamado el Grand Slam del parapente acrobático (volar por primera vez en la historia el Mustagh Tower, el K2, el Broad Peak y el Gasherbrum IV).

Surcando los cielos del K2

Con 8.611 metros de altitud, el K2 es la segunda montaña más alta del mundo y una de las más peligrosas, si no la más.

Allí las condiciones son extremas, y volar en parapente por la cordillera del Karakórum parecía algo casi imposible. Todavía más, conseguir este particular Grand Slam del parapente en 24 horas.

Pero estos 3 adictos a la adrenalina, Horacio Llorens, Ramón Morillas y Tom de Dorlodot lo lograron el pasado mes de junio.

Aprovechando las corrientes térmicas que rodean al Glaciar Baltoro, uno de los glaciares más largos del mundo, ascendieron y descendieron las laderas del K2 y el Broad Peak, volando a temperaturas que alcanzaban los 30 grados bajo cero y recorriendo 1.100 km en un total de 65 horas.

Usando como base el Campamento de Paju, en un mismo día volaron el Mustagh Tower, el K2, el Broad Peak y Gasherbrum, y marcaron un nuevo hito en la historia del parapente.

Ahora, ya de vuelta en España, Red Bull no tardó en ponerse en contacto con él para entrevistarle y compartir su experiencia con todos nosotros y, mejor aún, un pequeño vídeo de su aventura que os dejará sin aliento los 3 minutos que dura. ¡Disfrutad!

Horacio Llorens, altos vuelos en el K2

Esta es la tercera vez que viajo a Pakistán. Descubrí este país en 2011 cuando viajamos al valle de Hunza para batir el récord de distancia de los Himalayas y volamos 225 kilómetros.

La segunda vez fue en 2016, estuvimos en el valle de Hushe, al lado del Baltoro. No llegamos a volar sobre el glacial porque desde ahí era muy peligroso y corríamos el riesgo de no poder volver, pero se nos quedó la espinita clavada....

Seis años después, aquí estamos de vuelta. El objetivo principal de este proyecto era llegar volando al K2 en parapente, y lo hicimos.

Han sido 28 días volando sobre el Glacial Baltoro, pero durante los 14 primeros días no tuvimos mucha suerte con el tiempo. Sufrimos una tormenta que nos dejó medio encerrados en Paju. Se cortaron comunicaciones, se cayeron puentes por la lluvia, se cortaron carreteras… Pero tuvimos paciencia y llegó el buen tiempo.

Los vuelos han sido espectaculares, ha sido como estar en una película, y las condiciones han sido muy agradables y súper seguras. Creo que nunca he volado en un lugar que me sobrecoja tanto. El corazón me latía a mil.

Nuestra idea era despegar en Paju y meternos lo más profundo posible dentro del Baltoro, llegar al K2, al Broad Peak y las montañas adyacentes (todos los 8000 y 7000 que había), y regresar volando al campamento base, descansar y probar otra vez.

Siempre llevábamos en la mochila tienda de campaña, sacos de dormir, comida y agua para tres días, así como los instrumentos necesarios para sobrevivir en caso de aterrizar vivos y tener que volver al campamento andando. Teníamos que estar muy preparados.

Lo más difícil ha sido sobrevolar algunos glaciares perpendiculares del Broad Peak para llegar al K2 por otras vías. Siempre hemos volado con altura, seguridad y tomando decisiones en equipo, pero ha habido líneas de entrada muy peligrosas.

Aterrizar en alguno de esos sitios era totalmente inviable. Nos lo tomábamos como el juego "El suelo es lava"; si tocas el suelo, pierdes... ¡Así que ya puedes volar alto!

Ha sido un proyecto muy duro mental y físicamente. Cada día pasábamos hora y media andando hasta los 4.500 metros para luego volar unas siete horas.

Además, hay que tener cuidado con las temperaturas porque te ponen al límite. Despegas con toda la ropa que te va a hacer falta cuando estés a 25 grados bajo cero, pero piensa que llevábamos andando horas con todo el equipo a la espalda y, como te imaginarás, sudas como un pollo. Por eso, en cuanto despegas te tienes que abrir todas las capas para no congelarte con tu propio sudor.

Si te digo la verdad, surgió sobre la marcha. El día era excepcional, las térmicas subían muy alto. Decidimos ir a una montaña nueva a la que nadie antes había conseguido llegar volando, la Muztagh Tower (7276 metros), y aprovechamos esa montaña para acceder al K2 por otra vertiente (subiendo hasta los 7500 metros). Pero seguíamos sin tener viento suficiente para batir el récord, así que decidimos volar hasta el Broad Peak y saltar al Gasherbrum IV (7925 metros).

Con ese cuarto pico nos dimos por satisfechos y regresamos a Paju. ¡Habíamos hecho historia!

Destacaría la exigencia mental que requiere volar en un sitio así. Volar sobre el K2 es toda una aventura, pero lo más importante no es llegar, es poder salir. Al final estás en el corazón de un glaciar, si vuelas bajo en algunos lugares aterrizar equivale a muerte al 99%, o caminar durante días con 25 kilos a la espalda. Tienes que exigirle el 200% a tu cabeza para no fallar.

Este viaje ha sido el más alucinante de mi vida, pero batir el récord mundial es mi sueño y lucharé por conseguirlo. Confío en que todo llega en su momento.

Galería de imágenes de su aventura aérea al K2

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