La temporada de incendios forestales de Alaska todavía no ha acabado (aunque alcanza su pico a mediados de julio el riesgo sigue siendo alto durante los meses de agosto y septiembre), y este año ya han ardido más 2 millones de acres (unas 810.000 hectáreas).
Con más de 2 meses de temporada de incendios por delante, el número de incendios activos en este momento es de 480 según datos de Alaska Interagency Coordination Center (Centro de coordinación interinstitucional de Alaska).
Lo muestra muy claro el mapa proporcionado por UAFSMOKE Wildfire Smoke Prediction for Alaska (predicción de humo de incendios forestales para Alaska), en el que pueden verse los puntos en los que se ubican los incendios, así como su tamaño.
Los puntos azul oscuro indican incendios localizados (0.04 km2), el turquesa incendios moderados (hasta 1 km2), el amarillo grandes incendios (hasta 10 km2) y el rojo incendios muy grandes (más de 10 km2).
Una situación que no les es desconocida
Aunque la cifra de terreno quemado es desoladora y muy impactante, lo cierto es que no es la primera vez que los incendios forestales en Alaska queman tantas hectáreas.
De hecho, desde 2001 en 3 ocasiones se han superados los 3 millones de acres quemados (2005, 2006 y 2015), aunque solo en 1 ocasión se superaron los 2 millones tan pronto en la temporada de incendios.
Esta temporada está siendo especialmente seca y cálida y, además, ya han tenido varias tormentas eléctricas importantes, lo que ha agravado la situación.
Aunque según un estudio de la Universidad de Alaska Fairbanks (UAF) la mayoría de los incendios son provocados por acciones humanas, son los causados por los rayos los que provocan incendios mayores.
El calor aumenta, la temporada de nieve mengua
El estudio de la UAF también muestra cómo han sido las temporadas de nieve de los últimos 25 años, marcando cuándo cayó la primera nevada y cuándo la última.
Aunque sigue habiendo años más prósperos eventualmente (2000, 2001 y 2004 fueron muy buenos y 2015 despuntó sobre los años anteriores), en comparación con finales de los 90 la capa de nieve aumenta alrededor de 1 semana más tarde y se derrite casi 2 semanas antes en primavera.
Una tendencia que también ha afectado directamente a la temporada de incendios que ha tomado el camino inverso, comienza antes y acaba más tarde.
Tampoco ayuda que las temperaturas hayan estado aumentando en las últimas décadas. Teniendo en cuenta las temperaturas promedio de junio a agosto de los últimos 95 años, 9 de los 10 veranos más calurosos se han dado en los últimos 20 años, mientras que los 10 veranos más fríos ocurrieron todos antes de 1975.