La Grave, ¿por que no?

La Grave, ¿por que no?

La nueva temporada ya ha comenzado, y muchos ya estaréis pensando en nuevos viajes más allá de nuestras fronteras. Estoy de acuerdo, casi todo el mundo ha estado en La Grave. Todos hablan o escriben de sus tres-cuatro días en la meca del freeride. Y los que escuchan o leen, lo hacen o bien fundidos en una montaña de buenos recuerdos o en un mar de sueños…  Si, es cierto que fue el topicazo de los años dos mil y a mi entender, actualmente mal desplazado por las Lofoten. Pero no deja de ser un lugar en que vas a poder disfrutar del esquí más salvaje en el que si no vas más allá de los 70 grados norte, nunca vas a poder experimentar. ¡Y a solo ocho horas en coche desde Barcelona! No pretendo hacer de estas líneas una guía exhaustiva de La Grave, si no dar unas pinceladas  para que quien se anime a conocerla, tenga un punto de partida.

El emblema de La Grave es un picacho tipo Piz Buin que hace las delicias de muchos alpinistas. Con sus 3.982 metros de altura, La Meije está siempre presente mientras subes y mientras bajas y es una  de las vistas más impresionantes que tendremos mientras esquiemos, salvo que seamos unos frikis del Mont Blanc o la Eiger Band.

Atención cazadores de récords… Si decidís escalar el pico, arriba de todo estaréis a solo 18 míseros metrillos de los 4.000 metros, que no está nada mal. Y hablando de récords, los mismos van cayendo poco a poco y la Meije no pudo ser escalada en muchos años y se resistió hasta el final. El famoso e impresionante pico que te acompañará cada subida del tele huevo, fue el último problema de los Alpes, resuelto (escalado) en 1877.

La Meije se cobró su primera víctima cerca de 1925. Fue un escalador Alemán, Emil Solleder, que en un rapel durante la travesia de La Meije para acceder a un lugar conocido como El Delfinado, cayó sin que nunca se encontrara su cuerpo.

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Posteriormente se han ido haciendo repeticiones por otras rutas, no por ello menos interesantes, pero hemos de tener en cuenta cuando admiremos la gran peña rocosa que hace 136 años que  se subió por primera vez. Imaginaos por un momento que os ponéis  una camisa de algodón, un jersey de lana y una chaqueta de Tweed, cogéis un piolet, que en esa época se llamaban Alpenstock (fue un invento de un suizo, allá por 1817) y a tallar escalones hacia arriba. Cuando subáis en la cabina, en la parada (obligatoria) a media subida, mirad hacia la cima del pico y pensad unos segundos en esos tipos con un par de botas de cuero.

Es una estación de esquí en la que con solo un remonte se puede acceder al fuera-pista más espectacular que puedas encontrar en Europa y que esté permitido su acceso por la mera compra de un forfait, pues todas sus pistas, salvo el ancla de arriba del todo, son itinerarios o fuera-pista.

Mirando el mapa. La parte de la izquierda de la estación es la  más convencional, con itinerarios marcados y sin más problemas que esquiar con el pico La Meige a tu derecha y no poder apartar la vista de esa montaña y sus espectaculares seracs en su inmenso glaciar.

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No solo tu nivel de esquí es lo que te va a permitir hacer mejores bajadas. Los guías examinan a sus clientes con el rabillo del ojo y son ellos quienes ofrecen las opciones según lo que ven… El examen empieza abajo, en el pueblo, cómo caminas, cómo llevas el material y cómo interactúa el grupo. Vosotros no lo notareis, pero están continuamente evaluándote…  La primera bajada es la selectividad. Ahí deciden ellos por donde te van a llevar. No vale aquello de “yo quiero ir por ahí, por eso soy el que pago”. Para ellos lo primordial es la seguridad del grupo. No hagas listas… una buena actitud, cabeza baja y dejadles hacer sin agobiarles. Es el mejor pasaporte a un gran día.

Mirando al mapa, aventurarse a la derecha de las pistas-fuera pistas solo está permitido con guía. Y más a la derecha tenemos ya terreno de palabras mayores. Fue por ahí donde se mató Doug Coombs al despeñarse por un precipicio hace no tantos años. No es que no se pueda bajar. Un nivel de esquí bueno, más unas piernas que aguanten bien y puedes intentarlo si las condiciones lo permiten.

Imagina pues que pagas tus 49 euros por el forfait (temporada 17/18), menos que alguna estación de Iberia. Puedes coger el teleférico, subir hasta los 3.330 metros y marcarte una pequeña excursión con remonte, hasta los 3.550 de la cima. A partir de ahí, estáis tú y la montaña (tus amigos y el guía), pero puedes tener un momento real de verdadero recogimiento… y a esquiar el equivalente a pistas negras en su práctica totalidad, al lado de unos seracs que quitan el hipo y con acceso a “una montaña que no se cierra”, según el director de la estación, quien a preguntas de un periodista americano que hizo un reportaje sobre La Grave para un revista especializada, le preguntó que por qué no se cerraba la estación si las condiciones estaban peligrosas. Se llevó un contundente “la montaña siempre es peligrosa, por ello, la montaña no se cierra”.

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                                       Vale la pena guardar los forfaits de La Grave.

Las opciones con guía son muy atractivas, tanto dentro como fuera de la Grave, pues desde ahí se puede hacer  Le Chancel, Les Vallons de la Meije, La Decente Decouverte o Saint Christophe, una bajada impresionante entre grandes cascadas de hielo y donde, una vez abajo de todo, un mini bus te lleva a Les Deux Alpes, donde subes hasta el top y de ahí, un pequeño pateo después, estás de nuevo en la cima de La Grave. Para los más perezosos hay un servicio de subida en Ratrack.

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Una Chirouze es lo más, pero por desgracia se baja pocas veces, muy pocas y no es que no la puedes bajar, si no que las condiciones de seguridad para adentrarte en ella se dan poquísimas veces, ¡a la década! Si el guía tiene el día y os propone hacer una Chirouze, te has graduado… 2.400 metros de desnivel no mienten.

Si uno de los días de tu estancia las condiciones en La Grave no son las mejores y nieva intensamente, puedes escaparte coche arriba hasta Serre Chevalier, donde puedes esquiar nieve virgen todo el día sin problemas, con excelentes fuera-pistas ya sea arriba o en los bosques. Serre tiene más probabilidades de mantenerse abierta los días de tormenta y sus itinerarios fuera-pista no son nada desdeñables.

Otro aliciente es el Derby de la Meige, tocando al final de la temporada. Un evento en el que telemarkers, palilleros y surfers tienen el reto de llegar desde arriba de todo a abajo, al pueblo, de una pieza. Pero es apto para todos y la diversión, las risas y el buen ambiente están asegurados. No en vano llevan 30 años haciéndolo.

Hace unos cuatro años La grave sufrió una crisis importante pues la sociedad gestora del Teleférico estaba prácticamente en ruinas y se salvó por los pelos. No sé muy bien cómo está la situación actual, la temporada 17/18 funcionó perfectamente, pero por si acaso y si aún no has estado ahí, es una opción muy válida, no muy costosa, para un viaje en grupo de amigos para unos días de buen esquí. Como dijo un buen amigo, “la Grave, sin excusas”.

Animo e id pensando en La Grave como una opción. Aún hay tiempo, pero el tiempo pasa deprisa...

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