La Sentinelle: La cita de esquí de montaña de los que eligen sentir sobre competir

La Sentinelle: La cita de esquí de montaña de los que eligen sentir sobre competir

En un mundo en el que parece que nos pasamos el día midiéndonos y compitiendo con los demás, Layla Kerley y Bruno Compagnet crearon La Sentinelle para volver a los orígenes del esquí de montaña y vivirlo, disfrutarlo y respetarlo como se merece.

Con este proyecto quieren honrar el auténtico espíritu de aventura y compartirlo con su comunidad base convencidos de que, en gran parte, el esquí de travesía no competitivo debe su mérito a la diversidad de sus participantes y al excepcional terreno.

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La Sentinelle celebra este año su 5ª edición y lo hará explorando el Monte Viso, perteneciente a los Alpes Cocios y añadido a la Reserva de la Biosfera por la UNESCO, que atraviesa la frontera franco-italiana.

Con el objetivo de lograr una auténtica conexión con el entorno, La Sentinelle no tiene puestos de control marcados ni clasificaciones como recompensa.

El auténtico premio es disfrutar del sencillo aunque bien

merecido placer de cruzar la línea de meta con amigos y celebrarlo con una

cerveza.

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Con el objetivo común de proteger los últimos espacios salvajes, La Sentinelle y Patagonia encaran esta 5ª edición juntos. Los fundadores, Layla y Bruno, confían en que la cita sirva de plataforma para unir e inspirar a otros que deseen proteger esos lugares en los que tanto nos gusta divertirnos.

Hoy, os presentamos La Sentinelle de la mano de sus propios fundadores con esta entrevista que nos permitirá conocer mucho mejor el proyecto.

Layla: Sentinelle se traduciría en castellano como «el guardián de determinados valores». Para nosotros, representa ser los guardianes del espíritu del esquí de montaña: ¡los viajes, la aventura y el disfrute del buen esquí!

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Bruno: La primera vez que imaginé este evento fue hace mucho tiempo. Siempre quise formar parte de un evento de esquí de montaña, pero nunca encontraba el formato adecuado. Así fue como surgió La Sentinelle. Inspirándome en los eventos de ciclismo sin clasificaciones, pensé: ¿Por qué no hacer algo así para el esquí? Algo sin clasificaciones ni competiciones, distinto de una carrera de esquí alpino con monos de competición y equipo ligero; tan solo un evento para personas a las que realmente les apasione la nieve, algo que harías con tus amigos. Resulta superespecial limitarse a llegar y descubrir una nueva zona, compartir conocimientos, estrechar lazos, encontrar una nieve fantástica y disfrutar realmente del esquí de montaña de una forma auténtica.

Layla: Todos los años guiamos a unas 35 personas por una ruta de esquí de travesía desafiante que cruza una frontera y nos alojamos en un refugio de montaña todos juntos. Nos gusta ese número de personas porque es mucho más cercano, y todos pueden hablar y crear verdaderas conexiones. Un año llegamos a contar con 12 nacionalidades distintas. Es genial ver que todos mantienen después el contacto y se preguntan por las condiciones de sus zonas locales. La intención de La Sentinelle es congregar a la comunidad base. Son las personas las que crean la experiencia. Este año tuvimos a un ganadero suizo que tiene unas 100 reses y a un arquitecto italiano. Son personas así de interesantes las que hacen que esto tenga sentido.

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Bruno: La Sentinelle tiene una ruta planificada flexible con puntos de interés marcados en un mapa, pero a diferencia de otros eventos, no cuenta con señales ni puntos de control.

Simplemente vamos hasta el lugar uno o dos días antes del evento, evaluamos las condiciones y comprobamos la ruta con un guía. Después se la proponemos a los participantes cuando llegan, incluyendo el ascenso y el descenso. Ese día tenemos a un guía de montaña para dirigir, y de tres a cuatro guías con los Sentinelles, incluido uno al final por motivos de seguridad, por si alguien se encuentra muy cansado y necesita motivación.

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Layla: Tampoco hay ninguna norma estricta sobre el mono de competición y pedimos esquís de 100 mm de patín para que se ajusten al espíritu del evento. ¡No estamos compitiendo ni se trata solo de subir montañas! Para transmitir la idea del evento, en el manifiesto bromeamos sobre que se puede llevar camisa de franela y las clásicas gafas de glaciar.

Bruno: Sí, queremos que la gente venga como si fuera a salir con sus amigos. Queremos que todo gire en torno al esquí, y no la escalada. El objetivo no es contar con un equipo ligero para subir, así que hacerlo con 100 mm en los pies permite que la gente disfrute del esquí. Hemos hecho que La Sentinelle sea así porque antes no existía. Tratamos de disfrutar del esquí de montaña por puro placer. No es una competición, sino que lo que queremos es pasar un gran día juntos en las montañas y celebrarlo después con una cerveza.

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Layla: En la ruta de este año, por el Monte Viso, en los Alpes Cocios, hay cerca de 2400 m de desnivel positivo. Nos gusta completar el recorrido el primer día si podemos. Siempre contamos con un margen meteorológico de cuatro días, por lo que si hay suerte, después de completar el recorrido, se puede salir en grupos más pequeños para practicar esquí de travesía o algo más técnico los otros días. La última vez, parte del grupo italiano ascendió por la noche y realizó algunos bonitos giros frente al refugio mientras esperábamos. ¡Así que quizás hagamos otro descenso nocturno esta vez!

Bruno: En cuanto a la excursión en general, no hay un itinerario estricto. Solemos mantener charlas donde la gente comenta sus profesiones y pasiones. Hace dos años tuvimos como guía a Vivian Bruchez (un gran esquiador de montaña) y fue fantástico. Comió y cenó con todos y compartió algunas de sus experiencias durante sus travesías. No hace falta que planifiquemos todo esto; simplemente dejamos algo de tiempo libre y cuando la gente comienza a hablar sobre algo en lo que son expertos, los otros siempre quieren participar de la conversación. De esta forma, el evento tiene un carácter muy natural, no se hace demasiado pesado y se adapta a las personas que participan.

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Layla: Descubrimos Monte Viso hace algunos años cuando nos visitó un amigo para practicar esquí de travesía en los Valles Occitanos. Queríamos compartir la belleza de estos valles remotos, olvidados y relativamente desconocidos del sur de los Alpes con los Sentinelles. En 2014 se convirtió en reserva transfronteriza de la biosfera de la UNESCO por parte de Francia y creímos que encajaba muy bien con nuestros valores de proteger los espacios salvajes y congregar a la comunidad internacional.

Bruno: Lo curioso de Monte Viso es que los lugareños nos contaron que allí se celebraba un evento de esquí de montaña en la década de los 70. Creo que siempre terminamos haciendo rutas similares a las de la gente que nos precedió, por lo que es agradable reinventar una antigua tradición.  Es muy importante saber cómo sucedieron las cosas en el pasado para mantenernos conectados con nuestras raíces en la montaña.

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Bruno: Para mí es un honor colaborar con Patagonia. A decir verdad, es una de las pocas marcas con las que deseo seguir trabajando, porque realmente está luchando por el cambio climático. Me siento muy afectado por los cambios que estoy viendo, no solo en invierno, sino también en verano. Es muy triste ver a los niños fuera de la escuela en Chamonix cuando llueve en invierno y pensar que quizás nunca vivan un invierno como los que vivía yo cuando era pequeño.

Layla: Siempre quise colaborar con Patagonia. Creo fervientemente en su misión y considero que compartimos muchos valores. Fue una sorpresa que el equipo nos propusiera una colaboración para el evento, pero nos alegramos mucho. Nos dijeron que habían seguido La Sentinelle desde el principio y en las ediciones posteriores, y que creían que encajaba de forma natural con Patagonia. Pensé que era genial.

Bruno: Sí, creo que encajamos a la perfección con Patagonia porque comparte la misma filosofía de conexión humana que La Sentinelle. Entienden que disfrutar las montañas y compartir esos preciosos lugares entre nosotros nos incita a protegerlos. Es nuestro deber. Al igual que los cambios que observamos en Monte Viso, donde las estaciones de esquí del valle inferior ya se han echado a perder, ahora incluso se están complicando las condiciones de nieve de la bioreserva. Creo que en los próximos años todas las estaciones de esquí que se encuentran más abajo cerrarán debido al cambio climático. El turismo invernal dependía de grandes cadenas hoteleras y telesillas, pero pienso que ahora necesitamos algo diferente.

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Es como Grands Montets en Chamonix: todo el mundo protesta porque no han reconstruido el teleférico que se incendió, pero yo no entiendo el motivo. Nos encanta el invierno, nos encanta la nieve y tenemos que cambiar nuestros hábitos para mantener eso. El dinero a menudo dicta la forma de funcionar de las cosas, pero para poder continuar esquiando y practicando deportes de montaña, tenemos que cambiar la forma en que lo hacemos. El esquí de travesía tiene un impacto muy inferior en el medioambiente y creo que las aventuras de alta intensidad ofrecen una mejor alternativa al esquí tradicional.

Layla: El año pasado tuvimos que cambiar la ubicación dos días antes del evento porque no había prácticamente nieve por la zona de Monte Viso. Hacía 15 grados allí arriba. En el último momento, nos trasladamos a Le Buet, cerca de Chamonix, pero todo el mundo se mostró comprensivo. Es como cuando sales con tus amigos y tomas decisiones espontáneas para encontrar la mejor nieve, aunque cada vez se está volviendo más complicado.

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Layla: Hoy en día todo se hace por Internet. Te limitas a marcar unas casillas o a aceptar unos términos y condiciones, y es superimpersonal. Creo que escribir cosas es importante, porque puedes conectar con el lector de una forma más cercana. Es un verdadero esfuerzo en la era de los correos electrónicos sentarse a escribir y acudir después a la oficina de correos. La gente que hace ese esfuerzo demuestra que realmente desea formar parte de La Sentinelle.

Bruno: Es como volver a las raíces, dedicar tiempo a pensar lo que quieres hacer y expresarlo. Por eso creo que también somos Sentinelles, guardianes del pasado, ya que utilizamos las montañas como inspiración e influencia. Soy mayor, pero creo que tiene mucho mérito dedicar tiempo a hacer las cosas y hacerlas bien. Lo que cuenten en la carta cobra importancia porque crea la primera conexión personal entre nosotros. La Sentinelle no es un evento anticuado pero, en ocasiones, para ver lo que necesitamos del futuro, tenemos que retroceder al pasado e invertir tiempo en hacer las cosas bien y no siempre con prisa.

Layla: Nunca hemos llegado a hacer una verdadera selección de personas para el evento. Aceptamos a las personas por el orden en que recibimos sus cartas. En cada carta, la gente explica su motivación, pasión y experiencia, pero nunca decidimos que una persona no puede participar por no tener suficiente experiencia. Algunas de las cartas que recibimos son muy emotivas y sentimentales. No es como hacer clic en Internet; la gente quiere formar parte realmente de la experiencia y pone su corazón en lo que escribe.

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Bruno: La primera edición de La Sentinelle fue muy complicada por el tiempo. Estábamos en los Pirineos y teníamos 20 cm de nieve cayendo sobre el poblado cuando supuestamente teníamos que estar haciendo el recorrido. Esperamos y esperamos y, al final, decidimos probar. Cuando llegamos a la cima de la montaña, el tiempo cambió e hicimos un largo recorrido técnico a pleno sol con una nieve impresionante. Al acabar, recuerdo besar a Layla y mirar alrededor y ver a todos entusiasmados y contentos. Fue superemotivo. Después, hicimos una barbacoa y una pequeña fiesta con todos los asistentes a la excursión para celebrarlo, y recuerdo sentirme muy eufórico por el hecho de que todo el mundo pudiera tomarse un tiempo para sentirse feliz y disfrutar de la compañía de los demás en lugar de tener que apresurarse para llegar al trabajo o recoger a los niños.

Layla: Algunos de mis recuerdos preferidos son con mis padres, que nos han acompañado durante dos ediciones. Fue muy especial compartirlo con ellos. Mi madre, de hecho, ayuda a organizar el evento, así que es cosa de familia. El año pasado también tuvimos a un chaval de 17 años con su padre, por lo que digamos que se está convirtiendo en algo intergeneracional que resulta muy especial.

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Bruno: Cuando fuimos a Escandinavia, la primera persona en llegar al hotel fue una chica llamada Elizabeth que había hecho autostop desde Tromso con los esquís en la mochila. Pensé: «¿De dónde sale esta chica?». Fue genial. Obviamente, los paisajes siempre son bonitos y es fantástico cuando hay buena nieve, pero la verdad es que los recuerdos los generan las personas y las relaciones que se crean. El valor del evento es la gente que acude, su positividad y pasión por compartir las montañas con nuestra comunidad.

Fotografías de: Layla Kerley

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