Juguetes MUY caros

Juguetes MUY caros

Si para los esquiadores lo más parecido a una juguetería es la feria ISPO de Múnich -donde las marcas presentan todas sus novedades–, para los profesionales de la nieve su edén particular se llama Interalpin, se celebra en Innsbruck, y allí pueden encontrar lo inimaginable en cuanto a maquinaria para las pistas de esquí.

Si te pica la curiosidad y quieres saber lo que cuestan los ‘juguetes’ que compran las estaciones, toma asiento y sigue leyendo.

Cada invierno, a finales del mes de enero, los nieveadictos tenemos el rabillo del ojo puesto en la ISPO, expectantes por descubrir todo el material de la próxima temporada: los nuevos esquís, botas, fijaciones, ropa y accesorios que llenarán los escaparates y las estanterías de las tiendas a partir de otoño.

Mientras tanto, los profesionales de las estaciones de toda Europa esperan un poco más, hasta finales de abril –cuando las estaciones han cerrado–, para visitar su paraíso particular: la feria Interalpin de Innsbruck. Este certamen se celebra cada dos años, ya que alterna edición con la feria SAM de Grenoble.

Un año Austria, otro año Francia, ambos salones son escenario de la presentación de nuevos cañones de nieve de última generación, máquinas pisanieve con sondas integradas que miden a cuánta presión se debe fresar la nieve en cada pista, telesillas de ocho plazas con asientos de piel calefactados y capota automática, vehículos especiales –por no decir espaciales– para desplazarse por la nieve y todo tipo de artilugios para la seguridad, señalización, transporte y tratado de la nieve.

En Interalpin, los Atomic, Head, Salomon o Rossignol se llaman Doppelmayr, Leitner, TechnoAlpin, Garaventa o Pisten Bully.

La otra cara de la nieve

A la feria acuden profesionales de la industria de la nieve provenientes de todo el planeta. Allí coinciden directores técnicos, directores generales, técnicos de mantenimiento, propietarios de las principales estaciones europeas y sudamericanas… la crème de la crème del sector.

Para muchos de ellos, los esquís son una herramienta de trabajo que simplemente les permite desplazarse y lo que les motiva de verdad son bichos pisanieve de potencia descomunal, remontes con capacidad de transporte sin igual, reductores, pistones, cables trenzados ultra resistentes, lubricantes mágicos, electroválvulas inteligentes, drones preparados para transportar explosivos...

Todo tipo de maquinaria para las pistas de esquí y artilugios a los que los esquiadores apenas les prestamos atención, pese a ser imprescindibles para hacer realidad la práctica de nuestra afición, de nuestro deporte.

Entre el público, variopinto como en cualquier feria, es fácil de identificar a la tribu de los chóferes. Son los conductores de ratrac. Auténticos fetichistas que se agolpan en las tiendas de merchandising que las marcas de estos colosos de la nieve tienen en sus stands, para hacerse con cualquier objeto que lleve el logo de la marca impreso.

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Los más notorios son los centroeuropeos, fanáticos que destacan por sus cuerpos lozanos y lucen con orgullo chalecos e insignias con logos bordados de la marca que idolatran y defienden a ultranza, ya sea Kässbohrer, Pisten Bully o Prinoth.

Músculo financiero

Los presupuestos que se manejan, como os podéis imaginar, son de muchos ceros. Aunque los precios que damos a continuación son orientativos y varían en función de la distancia y desnivel del itinerario que recorren.

Para que os hagáis una idea un telesilla desembragable de cuatro plazas cuesta entre cuatro y cinco millones de euros y un telecabina de diez plazas unos siete millones.

Si en cambio vamos a un telecabina de largo recorrido tipo S3 (como el que une Encamp con Grandvalira-Grau Roig o La Massana con Vallnord-Pal Arinsal, en Andorra), pronto nos ponemos entre quince y veinte millones de euros.

Si a la estación le da por excentricidades tipo cabinas de lujo, como las que muchas marcas exponen en la feria, el precio puede dispararse hasta límites escandalosos.

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Una máquina pisanieve cuesta entre 350.000 y 380.000 euros. Un solo cañón turbina de última generación, aproximadamente unos 40.000 euros; y si a eso le sumas los kilómetros de tubo que unen las salas de bombas con cada una de las arquetas, más sus correspondientes zanjas y la obra civil que suponen, las instalaciones eléctricas, etc… imaginad los costes de poner en marcha una red de nieve de cultivo.

¿Un telesquí? A partir de 250.000 euros. Un tapiz automático cubierto de cien metros, unos 200.000 euros. Y una moto para que los pisteros desarrollen correctamente su trabajo, a partir de 12.000 euros y hasta… los accesorios que quieras ponerle. Y podríamos seguir con vehículos oruga, señalización, balizaje…

En cuanto a herramientas imprescindibles para la seguridad de las estaciones, por ejemplo, un solo depósito con una boca de Gazex (sistema fijo que permite provocar los aludes de una misma zona mediante una potente descarga de gas) cuesta unos 100.000 euros. Echad cuentas cuando miréis a las cimas y veáis decenas de ellos.

Todo eso y mucho más es lo que se negocia en Interalpin. Un mundo desconocido para el esquiador pero imprescindible para disfrutar de nuestro deporte, sobre el que ya sabéis un poquito más.

Texto y Fotos: David Ledesma

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