Llega el frío, empieza a nevar, las estaciones se preparan para el momento clave, el primer día de esqui de la temporada.
Sí, aparentemente está todo a punto, pero… ¿y yo? Llevo más de medio año sin ponerme los esquís y cuando se acerca el momento siempre me entra el pánico del primer día. Mientras subo en el telesilla por primera vez, el cerebro no para de preguntarse si cuando llegue la primera curva, los esquís girarán bien, si «sabré esquiar». Es una sensación que me acompaña desde que soy pequeño. Es esa incertidumbre ante las primeras curvas que por suerte se desvanece a la que hemos realizado el primer giro.
Pero durante unos segundos hemos dudado, nos hemos sentido inseguros, nos hemos enfrentado a un miedo infundado y unos nervios que, si cabe, dan más emoción a este deporte.
Ha llegado el momento. ¡Feliz temporada a todos!
No se olvida, pero se está muy lejos del último día de la temporada.
Sí, al final sabes que es como ir en bicicleta, pero realmente te das cuenta de que falta mucho rodaje.
Como dice un buen amigo, «Dos Giros y todo vuelve a sitio»
Me pasa exactamente lo mismo, vamos subiendo en el coche acercandonos a pistas y voy como una moto.
En pista me pongo las botas y voy mentalizandome como debo de girar y recordando las pautas que aprendi en las clases que di en años anteriores.
Te entiendo perfectamente.