Hemos escuchado en innumerables ocasiones que la selva amazónica es el pulmón de nuestro planeta. Una expresión que, si nos ponemos un poco quisquillosos, no es correcta por muy bonita que suene.
En primer lugar, porque lo que pretendemos decir con esa frase es que nos proporciona el oxígeno necesario para poder vivir, cuando lo cierto es que los pulmones consumen oxígeno, no lo generan.
Pero incluso aceptando ese “malentendido”, pues todos o la mayoría de nosotros entendemos a qué se refiere, sería más correcto decir que el pulmón del planeta son los océanos, no el Amazonas, que ya está emitiendo más CO2 del que es capaz de absorber.
Por otro lado, los océanos cubren el 70% de la superficie de la Tierra y, tal y como explican detalladamente en National Geographic, allí se encuentran unos microorganismos autótrofos que gracias a un proceso de fotosíntesis producen entre el 50 y el 85% del oxígeno liberado a la atmósfera anualmente, a la vez que “entierran” grandes cantidades de CO2.
Con estos datos sobre la mesa, y recordando aún que la semana pasada se celebró el día de los océanos, se nos ha ocurrido pensar en algunas pequeñas acciones que podemos llevar a cabo para cuidar nuestros océanos y así seguir protegiendo nuestro planeta.
Gestos que podamos incluir en nuestro día a día, o quizá semanalmente, sin que supongan un gran cambio en nuestra vida para ser más constantes y, al final más efectivos.
Si poco a poco todos nos vamos sumando con pequeños actos que no nos supongan un sobreesfuerzo casi inasumible, como podría ser tener que cambiar nuestro coche por uno eléctrico o menos contaminante, podremos ayudar mucho.
Acciones para cuidar nuestros océanos

1.Reducir el consumo de energía
Un gesto por el planeta y que también agradecerá mucho nuestro bolsillo. Podemos comenzar por cambiar las bombillas por otras de bajo consumo, apagar las luces cuando ya no nos hagan falta, no mantener la tele encendida cuando no la estemos viendo -porque “nos hace compañía”- o usar más las escaleras y menos el ascensor siempre que sea posible.
Esto mismo también es aplicable a nuestros puestos de trabajo o durante nuestras estancias en hoteles. Esa responsabilidad debe ir con nosotros allá donde vayamos.
2. Reducir las emisiones de CO2
Cambiar el vehículo particular por el transporte público siempre es una muy buena opción -si vivimos en un lugar bien conectado. De la misma forma, desplazarnos caminando o en bicicleta puede ser beneficioso para el medio ambiente y para nuestra salud.
3. Comprar pescado o marisco sostenible
Sabemos que puede ser una tarea complicada, y hoy en día un halo de desconfianza envuelve casi todo lo que va ligado a un “producto sostenible”.
Aunque nosotros no somos expertos la materia, sí podrá ayudaros la guía de consumo de pescado responsable publicada por WWF.

4. Reducir el consumo de plástico
En este sentido, parece que en general estamos todos más concienciados. Ir a hacer la compra llevando nuestro propio recipiente desde casa y usar bolsas de tela -para cargar toda la compra y para la comida a granel- es un buen comienzo.
Usar cañitas de beber de bambú o papel en lugar de plástico, e incluso para las fiestas en las que luego no queremos tener que limpiar una cantidad ingente de utensilios, tenemos a nuestro alcance diferentes opciones de platos, cubiertos y vasos que no son de plástico.
5. No usar cremas contaminantes
Proteger nuestra piel con protector solar es fundamental. Pero no por ello tenemos que contaminar nuestros recursos hídricos, ya sea en océanos, mares, lagos o ríos.
Hoy en día tenemos en el mercado una gran cantidad de productos Reef Safe, que cuidan nuestra piel y los océanos.
6. Mantener el entorno limpio
Al igual que lo pedimos en la montaña, también hay que mantener limpias las playas. Cuando vayamos a pasar el día, no nos cuesta nada asegurarnos de que la dejamos en buen estado, como si no hubiésemos estado allí.
O mejor aún, unámonos a algún grupo de limpieza y animemos a otra gente a tener el mismo gesto.
Lo mismo pasa si practicamos algún deporte acuático o viajamos por mares y/o océanos. ¡Por favor! No tiremos absolutamente nada por la borda y asegurémonos de no “perder” nada por el camino.
7. No comprar productos procedentes de la vida marina
Tanto en joyería como en artículos de decoración o complementos de ropa todavía es fácil encontrar piezas con coral, carey (caparazón de tortuga), conchas e incluso productos derivados de tiburones.
No los consumamos, y su producción cesará cuando la demanda ya no exista. Mientras se sigan comprando, se seguirán produciendo.
8. Amor por los animales y el ecosistema
Si tenemos un acuario, debemos asegurarnos de que el alimento que damos a los peces es responsable con el hábitat. También hay que evitar comprar peces capturados de su hábitat natural y, aunque a alguien le pueda parecer incoherente, no liberar en el mar animales criados en acuarios pues se podrían introducir especies no autóctonas perjudiciales para el ecosistema.
9. Apoyar alguna organización
Si te tienen los recursos y la posibilidad, apoyar alguna organización que se preocupe del cuidado de los océanos siempre es una ayuda más muy bienvenida.
10. Informarnos
Aunque dicen que la curiosidad mató al gato, en este caso no es válido. Cuanto más sepamos de nuestro entorno, cómo funciona, qué beneficios nos aporta, más podremos ayudar y más concienciados estaremos en la necesidad de cuidarlo.