Podríamos decir una vez más que el mundo se está volviendo loco. Es innegable que está habiendo cambios, y no deberíamos evadir nuestra responsabilidad como humanos.
Por primera vez desde que hay registros, el humo de la gran cantidad de incendios forestales que está habiendo este verano ha llegado al Polo Norte.
En la imagen inferior, tomada el pasado 6 de agosto por el MODIS (espectrorradiómetro de imágenes de media resolución) situado a bordo del satélite Aqua de la NASA, muestra la densa capa de humo que prácticamente no permite ver lo que hay bajo ella.
Un humo que proviene mayormente de Yakutia, Siberia y, según los datos registrados, viajó más de 3.000 km para llegar al Polo Norte y cubrió aproximadamente 3.200 km de este a oeste y 4.000 km de sur a norte.
Además, la agencia china de noticias Xinhua informó que el 4 de agosto la nube de humo nubló parte de Mongolia, incluida la capital, Ulan Bator.
El mencionado 6 de agosto, el humo de los incendios forestales podía verse sobre Nunavut (Canadá) y Groenlandia.
Según las mediciones estimadas por el Servicio de Monitoreo de la Atmósfera de Copernicus (CAMS) de la Unión Europea, desde junio los incendios forestales sufridos en Rusia han emitido el equivalente a más de 505 megatoneladas de dióxido de carbono, mientras que en toda la temporada de incendios de 2020 llegó a 450 megatoneladas.
Esta misma semana la estación de esquí canadiense Holiday Mountain anunciaba que no podrá abrir por falta de agua. A principios de verano, en julio, llegaron imágenes de un desgarrador incendio en aguas del Golfo de México, y tantísimas otras noticias que se dan casi a diario y que deberían ponernos en alerta.
Quizá una cosa no tenga nada que ver con la otra, quizá sí, pero aquí tenemos otra muestra de que algo se está haciendo mal y la Tierra nos lo está diciendo.