Ahora que ya hemos superado buena parte de la temporada, y hemos tenido tiempo de sobras para probar la máscara Bollé Mammoth, ha llegado el momento de trasladaros nuestras impresiones.
En esta ocasión, hemos contado con la ayuda de Carlos Ochoteco, profesor de esquí y un esquiador más que habitual de Vallter 2000.
Hechas las presentaciones -os adelantamos que volveréis a saber de él, siempre va bien una chispa de frescura-, lo primero que llama la atención cuando sacas la máscara de su caja y la coges con las manos es su tamaño.
La Mammoth es una señora máscara (173×108 mm), y eso es porque acoge la lente más grande de la gama Bollé, con unas medidas de 153 mm de ancho por 88 mm de alto.
Encima, se da la particularidad de que Carlos es de cara más bien pequeña, así que teníamos ganas de ver cómo funcionaría esa combinación.
Ajuste, el quid de la cuestión
Y bien… Es cierto que centrándonos puramente en la estética no es el modelo que mejor le siente (¡casi no se le ve!) pero funcionalmente, el tamaño no fue ningún problema.
La máscara se le ajustaba perfectamente a la cara y en ningún momento notó la más mínima entrada de aire.
Otro punto positivo fue que, como podéis ver en las imágenes, también le encajaba a la perfección con el casco, algo que no siempre es fácil cuando llevas modelos que no están “hechos el uno para el otro”.
Esto no ocurre porque sí, sino gracias a sus estabilizadores articulados que permiten que la máscara se ajuste de maravilla con el casco.
Tampoco hubo ningún problema con la sujeción. Las discretas líneas de silicona, el ancho y la graduación de la correa permiten que se adhiera sin problemas al casco, y con mucho margen de ajuste por si alguien necesita que la cinta sea bastante más larga.
Buena visión ante todo
Aunque el ajuste es tremendamente importante, pues también puede afectar a nuestra seguridad y buena visibilidad (si las gafas no nos encajan bien podrían permitir la entrada pequeños objetos, caerse en el peor momento quitándonos momentáneamente la visión, supondría la entrada continua de aire…), la lente de una máscara es fundamental.
Si se empañan en exceso, si no están confeccionadas en un buen material que nos proteja los ojos del sol o si tergiversan en exceso el color y, por lo tanto, la realidad que tenemos delante, pueden acabar provocándonos problemas de consideración.
Parecerá algo absurdo, pero probar una nueva máscara nos pone especialmente nerviosos porque, al no conocerla, no sabemos si nos lo va a hacer pasar mal.
Por suerte no ha sido el caso, más bien lo contrario. El modelo de máscara Bollé Mammoth que Carlos ha puesto a prueba monta la lente Vermillon Gun, con tinte de base rosa y de categoría 2, y asegura que proporciona muy buena visibilidad.
Te permite percibir los colores y relieves del terreno con realismo y sin distorsiones importantes, aunque sí reconoce que los días de mucho sol echaba un poco de menos que fuesen más oscuras.
Y como podemos esperar hoy en día, tampoco le falta el revestimiento anti-vaho y antiarañazos así como la ventilación Flow-Tech, que también es de gran ayuda a la hora de mantener la buena visión de la máscara.
Carlo no tuvo ningún problema con la máscara por empañamiento o por un desgaste prematuro de la lente que empeorara la visión, pero matizaremos que tampoco tuvieron que superar la prueba de una gran nevada o incluso lluvia porque no se dio el caso. Aun así, en circunstancias normales, le funcionaron de maravilla.
Al margen del gran tamaño, que más bien es una cuestión de gustos y del físico de cada uno/a, el único “pero” que destacaría de la máscara es la claridad de la lente. Y si fuese un modelo de lentes intercambiables posiblemente no le habríamos encontrado ninguno.