Puesta a punto de esquís: ¡Llega el invierno!

Llega el invierno y recuperamos nuestros olvidados esquís del recóndito lugar donde los abandonamos hace ya siete meses. Si realmente queremos disfrutar con total seguridad desde la primera bajada, conviene hacer una puesta a punto de esquís.

El esquí más caro del mercado no funcionará (es decir, ni deslizará, ni se agarrará, ni conducirá) si las suelas y cantos no están en buenas condiciones. De igual modo, la fijación más revolucionaria no será se­gura si no está regulada correctamente, o si estando aparentemente bien regulada, el paso del tiempo ha afectado a su mecanismo o a la elasticidad del mue­lle.

El primer paso es reparar los posibles desperfectos de la suela, tapando agujeros y rayas provocadas por el impacto de piedras u otros objetos sólidos. A continuación se introducen los esquís en el “robot”, una máquina asistida por ordenador cuya piedra cerámica no sólo iguala y nivela la suela, sino que le da un relieve que optimiza su capacidad de desliza­miento. Este dibujo es lo que llamamos estructurado y puede adoptar tantas formas como tipos de nieve existen.

Una suela estructurada se comporta mucho mejor que una sin estructurar. En determinados talleres incluso existe la op­ción de aplicar el estructurado recomendado por el fabricante para nuestro modelo de esquí. El proceso finaliza con el encerado, que deja la suela en óptimas condiciones de uso.

Los cantos son para los esquís lo que los neumáti­cos para un coche. Unos cantos correctamente pre­parados son garantía de control, precisión en la con­ducción y agarre incluso en las nieves más heladas. No es necesario recibir el doloroso impacto de una roca para acudir al taller, el simple deslizar sobre la nieve los desgasta, merma su agarre y provoca una pérdida de prestaciones que con los esquís actuales se hace todavía más evidente.

Los cantos se afilan en la misma máquina robotizada donde se preparan las suelas y en el mismo proceso, según las especificaciones que hayamos introducido en el ordenador. De esta manera podemos personalizar a nuestro gusto el tuning, el ángulo que se le da al canto respecto de la suela y que mejora espectacu­larmente el comportamiento del esquí.

No hace falta recordar que nuestra integridad física depende del buen funcionamiento de las fijaciones. Quizá durante el verano hemos subido de peso, o por el contrario, nuestra condición física es ahora mejor que el pasado invierno… son cambios que deberían reflejarse en la regulación de las fijaciones. También el paso del tiempo afecta al mecanismo y al muelle, una pérdida de pres­taciones que conviene revisar por un técnico en nuestra tienda de confianza.

También la pretensión -la fuerza que ejerce la fijación contra la bota- se debe comprobar para evitar salidas imprevistas. Son parámetros que debe chequear un profesional con la maquinaria adecuada.

■ La preparación de suelas y cantos es una ciencia que requiere experiencia y amplios conocimientos. Si no eres un experto, mejor que pongas tus esquís en manos de un profesional.

■ Las actuales máquinas robotizadas de reparación de esquís consiguen un acabado de suelas y cantos difícil -por no decir imposible- de conseguir a mano.

■ La nieve de cañones es especialmente abrasiva y acelera el desgaste de los cantos. Si esquías con frecuencia conviene repasar los esquís un par de veces por temporada.

■ La cera es la crema hidratante de las suelas. Encera a menudo para evitar que se resequen y para mejorar su deslizamiento.

Con todos estos consejos toca sacarlos del armario y hacer la puesta a punto de esquís.

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