La ropa de esquí suele ser un reflejo inverso de lo que sucede con la economía. Cuando la economía va mal, es normal que la gente tienda a llevar colores alegres. Así, en los últimos años, con una crisis galopante en todo el mundo, hemos vuelto a asistir a la eclosión del flúor como color de moda tras muchos años aparcado.
Y como ya pasó la última vez que se vio de manera masiva, en la época de los Nevica, ahora toca cambio radical. ¿Se ha acabado la crisis? Todos dicen que no, pero la cuestión es que la ropa está virando hacia estilos super sobrios y colores apagados, pareciendo más prendas de calle que para esquiar.

En general cuesta un poco cambiar hacia la ropa de esquí «triste» y al menos a mí me costará un poco pasarme a este lado oscuro porque me gusta más el color, pero imagino que si se acaba imponiendo llegará un día que me gustará porque me habré acostumbrado, algo que debo reconocer que ya va pasando porque empiezo a ver cosas muy interesantes con colores apagados.
Y al final, lo que nos importa… ¿Implica esto que la crisis se acaba o se trata únicamente de un cambio porque ya estamos cansados de tanto color chillón? Por suerte o por desgracia, esta pregunta se responde sola, es cuestión de tiempo, pero lo que parece que sí tenemos claro es que poco a poco iremos más sobrios por las pistas.