Síntomas y cómo evitar el mal de altura
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Fotos: VVAA

Síntomas y consejos para evitar el mal de altura

Cuando pensamos en el mal de altura, es muy fácil que nos vengan a la mente las grandes cimas del Himalaya y los alpinistas profesionales.

Sin embargo, es un mal que puede afectar a cualquier amante de la montaña pues puede desarrollarse practicando cualquier actividad (senderismo, ciclismo, trekking…) por encima de los 2.400 metros. De hecho, en personas especialmente sensibles puede darse incluso a altitudes menores.

Por eso, es muy importante conocer los síntomas y, sobre todo, saber cómo reducir el riesgo de sufrir mal de altura.

¿Qué es el mal de altura?

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Fotografía: Joe Plenio

Antes de adentrarnos en algunos consejos para evitar el mal de altura, o más bien minimizar el riesgo de sufrirlo, es importante saber qué es.

Cuando hablamos de mal de altura nos referimos a los diferentes trastornos que puede sufrir nuestro cuerpo relacionados con estancias a grandes altitudes.

Este aparece porque la cantidad de oxígeno del aire disminuye conforme alcanzamos mayores altitudes, lo que provoca que llegue menos oxígeno a nuestro organismo y, por lo tanto, a la sangre y a nuestros pulmones, que es lo que realmente nos afecta.

Llegados a ese punto, nuestro cuerpo debe adaptarse a las nuevas circunstancias, lo que en muchas ocasiones habréis escuchado como aclimatación.

Parte de este proceso implica un aumento de glóbulos rojos, para mejorar el transporte de oxígeno en nuestro torrente sanguíneo.

Pero también aumentamos las respiraciones por minuto, para captar más aire, y aumenta el gasto cardíaco.

Cuándo afecta el mal de altura

Eso depende de la tolerancia de cada persona, por lo que es muy difícil dar datos concretos sobre la altitud a la que este aparece.

Sin embargo, sí se puede hablar de números generales. Por ejemplo, a partir de 3.000 metros ya suelen acusarlo el 30% de los senderistas y a partir de 4.000 metros ya afecta a un 65-70% de las personas.

Pero como decíamos al inicio, esto depende de cada uno e incluso podría llegar a sufrirse a 2.000 o incluso 1.000 metros en casos muy sensibles.

Síntomas del mal de altura

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Fotografía: Gerd Altmann

Para empezar, es importante saber que los síntomas suelen aparecer a las 6 o 12 horas de haber alcanzado una altitud elevada, aunque pueden llegar a aparecer incluso 24 horas después.

En caso de sentirnos mal, estos son los síntomas que debemos tener en cuenta por si estuviésemos sufriendo mal de altura:

Cefalea, dolor de cabeza punzante.

Pérdida de apetito, náuseas y vómitos.

Fatiga por encima de lo habitual.

Debilidad.

Mareos.

Trastornos del sueño (ya sea somnolencia o insomnio).

Sensación de “borrachera” acompañada de vértigo.

Tened en cuenta siempre que el mal de altura debe diagnosticarse clínicamente. Ahora bien, si se notan varios de los síntomas anteriores que no podáis explicar por otros motivos (circunstancias personales), lo mejor siempre será dejar de ascender y, si los síntomas persisten, descender hasta que desaparezcan y acudir al médico si no desaparecen.

Por otro lado, también notaréis otros cambios relacionados con la altura pero que son habituales y que no deben confundirse con el mal de altura y no deben asustarnos:

Aumentar la frecuencia y profundidad de las respiraciones

Acortar la respiración mientras practicamos ejercicio

Cambio de pauta respiratoria al dormir.

Despertarse frecuentemente por la noche

Orinar más

Consejos para evitar el mal de altura

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Fotografía: Julita

Bien, evitarlo al 100% no es posible. Puede puede aparecer incluso entre los deportistas y alpinistas más experimentados y una misma persona puede sufrirlo en un ascenso determinado y no sufrirlo en otro de idénticas condiciones.

Sin embargo, sí hay ciertas recomendaciones que pueden ayudarnos a evitarlo.

1. La aclimatación es básica

Y también podéis hacerla por adelantado. El cuerpo puede mantener la aclimatación a las alturas varias semanas. Si sabéis que vuestro viaje os va a llevar a grandes altitudes, las semanas de antes podéis ir haciendo escapadas más cercanas para que el cuerpo se vaya acostumbrando.

En Redacción Médica, portal especializado en medicina, explica que a partir de 2000 metros ya se recomienda hacer aclimataciones de 2 o 3 días y que los ascensos diarios no sobrepasen los 300-350 metros.

De 5.000 a 6.000 metros de altitud se reduciría a 250 metros/día y a partir de 6.000 metros, un máximo de 200-250 metros/día.

2. Subir alto y dormir bajo

Aunque durante el día se alcancen altitudes superiores, cuando hablamos de grandes alturas lo ideal es que, a la hora de acostarse para ir a dormir, no superemos 400 metros más respecto a la noche anterior.

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Fotografía: Conger Design

3. Hidratarse bien

Mantener una buena hidratación es básico en nuestra vida diaria, y aún más si estamos practicando ejercicio y a altitudes elevadas.

Lo aconsejable es tomar al menos 1 litro de líquidos al día por cada 1.000 metros de altitud. Con líquidos nos referimos tanto a agua como otras bebidas como caldos, te, café, bebidas isotónicas…

4. Comidas ligeras y presencia de hidratos de carbono

Seguir una dieta adecuada, que cubra con nuestras necesidades calóricas es imprescindible. Pero también es muy importante hacerlo evitando comidas pesadas y esto también incluye evitar abusar de las grasas animales.

Por supuesto, también debe evitarse el consumo de alcohol, entre otros motivos para evitar deprimir aún más la respiración.

5. Ejercicio controlado sin sobre esfuerzos

Teniendo en cuenta que si estamos en la montaña seguramente será porque estamos practicando algún tipo de ejercicio, ya sea escalada, alpinismo, senderismo o cualquier otra actividad, debemos evitar los sobreesfuerzos pues el ejercicio favorece el mal de altura.

Así, evitaremos ir muy cargados de peso y mantendremos un ritmo constante pero calmado.

6. Si aparecen síntomas, no ascender

En caso de notar la aparición de algunos síntomas de mal de altura, no seguiremos ascendiendo. Y esta sí es una norma fundamental que jamás debemos saltarnos pues las consecuencias podrían ser incluso la muerte.

Además, si los síntomas no desaparecen, entonces será necesario descender.

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7. Evitar los medicamentos

A no ser que os lo prescriba un médico, lo mejor es alejarse del consumo de medicamentos para el mal de altura pues enmascararán los síntomas.

Lo mejor, si los síntomas persisten, es descender y acudir al médico si no se pasan. Si os encontráis en una situación que no os permita perder altura, es importante mantenerse lo más inactivo posible y cuidar mucho una buena hidratación.

8. Viajando con niños

No por ser más jóvenes les afecta menos. De hecho, son igual de susceptibles que los adultos a los cambios de altura.

Sin embargo, lo más probable es que ellos no sepan identificar los síntomas por lo que serán los padres o adultos que viajen con ellos los que deberán estar especialmente atentos.

Cuando se trata de bebés que todavía ni caminan ni hablan habrá que estar muy atentos a ciertos signos como falta de apetito y/o irritabilidad.

Otras consideraciones médicas y circunstancias a tener en cuenta

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En el portal Redacción Médica también hacen referencia a circunstancias más específicas que también deben tenerse en cuenta.

1. Personas con diabetes mellitus. Aunque no está contraindicado viajar a grandes altitudes, es importante ser exhaustivos con los controles de glucemia pues los síntomas de una hipoglucemia pueden confundirse con los del mal de altura. Por otro lado, los medidores de glucosa pierden precisión con la altura.

2. Aunque no se ha demostrado que pueda afectar al feto, no se recomiendo que las mujeres embarazadas realicen estancias a más de 3.500 metros.

3. Personas operadas de la vista mediante queratotomía radial pueden desarrollar hipermetropía aguda.

4. Si bien la altitud no aumenta el riego de sufrir un ataque epiléptico, las consecuencias sí pueden ser más graves.

5. Las personas con anemia o con enfermedades cardiovasculares o pulmonares previas son más sensibles a los cambios de altitud.

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