Sangre de glaciar, ¿otra consecuencia del cambio climático?

Sangre de glaciar, ¿otra consecuencia del cambio climático?

Todos conocemos la existencia e importancia de las algas en masas de agua como océanos y mares. Sin embargo, no somos conscientes de que también hay algas en la nieve y que también tiene un peso medioambiental muy importante.

De hecho, aunque en ese momento no supieseis de qué se trataba, es posible que las hayáis visto en alguna ocasión.

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¿Alguna vez habéis visto la nieve como teñida de color rojo? No marrón como cuando llega la arena del Sahara, sino roja como la sangre.

Ese fenómeno se conoce como Glacier Blood, sangre de glaciar, y ese color tan poco usual se lo dan las microalgas que viven en la nieve.

¿Por qué la nieve se vuelve roja?

Pues no es porque sean algas rojas. De hecho, la especie de alga que hace que la nieve parezca ensangrentada es técnicamente verde y pertenece al tipo Chlorophyta (phylum Chlorophyta).

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Sin embargo, estas algas también contienen carotenoides, pigmentos anaranjados y rojizos como los de las zanahorias.

Maréchal explica que estos carotenoides son antioxidantes y creen que posiblemente también protejan a las algas de la luz y la radiación ultravioleta.

La sangre de glaciar, ¿otra consecuencia del cambio climático?

Todavía se sabe relativamente poco acerca de estas algas y sobre el impacto que puede tener el cambio climático sobre estas, además del que las propias algas tengan sobre el medioambiente.

Para saber más, una expedición del proyecto AlpAlga se trasladó a los Alpes Franceses para estudiar estas microalgas que, por lo que se sabe, suelen encontrarse entre 1000 y 3000 metros sobre el nivel del mar.

Publicaron sus hallazgos enFrontiers in Plant Science y podrían ayudarnos a comprender un poco mejor el fenómeno.

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Según explica Eric Maréchal, coordinador de AlpAlga y director de Laboratorio de Fisiología Celular y Vegetal en Grenoble, Francia, estas algas tienen un papel muy importante en la red alimentaria del ecosistema montañoso y, al igual que ocurre con las algas marinas, creen que su reacción a la contaminación y al cambio climático puede ser similar.

Aunque no las veamos, pues miden solo unas milésimas de milímetro, cuando caminamos por las montañas nos movemos por un entorno lleno de vida microscópica, una vida que genera azúcares mediante la fotosíntesis y que sirve de alimento para el ecosistema.

También creen que el aumento de los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera podría estimular el crecimiento de las algas lo que, a su vez, podría desencadenar un efecto dañino en el ecosistema circundante.

¿Por qué? Pues, por ejemplo, como explicaba un informe de la revista Nature de 2016, porque la nieve roja no refleja la luz con la misma efectividad y, por lo tanto, se derrite más rápido.

Pero aún hay mucho por descubrir. Por ahora, el equipo ha podido descifrar que las algas que causan la nieve roja aparecen solo a elevaciones de 2.000 metros o más, mientras que las algas de los géneros Desmococcus y Symbiochloris solo aparecieron por debajo de los 1.500 metros.

Aún tienen mucho trabajo por delante y muchas preguntas que responder como, por ejemplo, cómo las floraciones de estas algas pueden afectar al deshielo y al retroceso de glaciares a gran escala.

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