¿Te caes?

Cuando uno empieza, una de las primeras cosas que asume junto a que hace frío y que no siempre hace sol, es que de vez en cuando toca morder el polvo, o en este caso, la nieve. Nos caemos esquiando, muchas veces, más de las que uno quisiera. Pero a medida que se va cogiendo soltura con los esquís en los pies, el número de caídas empieza a disminuir.

¿Es malo caerse?

Una primera visión es la de que nos caemos porque nuestra técnica de esquí es limitada y no sabemos suficiente. Pero hay otra lectura mucho más positiva. Nos caemos porque esquiamos cerca de nuestro límite. Y en esta zona, traspasas ciertas fronteras de confort que provocan que perdamos el control y nos caigamos. Como decía el campeón automovilístico Mario Andretti, “If everything is in control, you’re not fast enough». O lo que es lo mismo, si no te caes es que no esquías al límite de tus posibilidades, tanto a nivel de ejercicios técnicos como de velocidad.

A medida que aprendemos y mejora nuestra técnica, vamos subiendo nuestra zona límite. Al estar más alto, cuesta más cruzarlo y por eso las caídas de esquí se van espaciando más. Pero ese punto sigue existiendo, tengas el nivel que tengas.  Así que si te caes de vez en cuando, no te preocupes, sólo quiere decir que estás explorando en tu zona límite. Y eso, sumado a una buena base consolidada dentro de la zona de control, te hará mejorar el nivel. Porque los que exploran sus límites se caen, ya sean turistas o corredores de Copa del Mundo o el FWT.

Si observas un poco verás que los mayores se suelen caer menos. Los motivos son varios, pero fundamentalmente responden a que mientras los más jóvenes temen poco a las caídas, los mayores tienden a pensar más en las consecuencias. Por lo que intentan salir menos de la zona de control y, por tanto, también evolucionan menos.

Así que la próxima vez que te caigas piensa en el pasito que acabas de dar para mejorar tu nivel. Pero, eso sí, tampoco nos pasemos buscando los límites, no sea que nos demos un susto.