Uno de los grandes cambios que provocó en la técnica del esquí la llegada del carving fue la desaparición de la contrarrotación, ese giro del cuerpo que ejecutábamos para conseguir una óptima transición entre un viraje y otro.
La maniobra de rotar activamente nuestro tronco hacia el exterior del viraje nos daba anticipación y un impulso extra en el cambio de cantos, pero con el carving se estableció que, en el final del viraje, los ejes de caderas y hombros tenían que “estarse quietos”. Nuestro cuerpo debía seguir en todo momento, y a lo largo de toda la curva, la dirección de los esquís, ¡e incluso había que terminar el viraje con una ligera rotación, con los hombros apuntando hacia el interior de la curva! Pero esto era antes.
Poco a poco hemos recuperado la técnica de esquí de contrarrotación, evolucionando las primeras influencias del carving hasta que, hoy en día, la técnica vuelve a apostar por ese leve giro del tronco como herramienta indispensable para acabar correctamente la curva, con un buen apoyo en el esquí exterior y favoreciendo la anticipación que, de forma natural, nos da este gesto.
Sin contrarrotación
En esta secuencia vemos cómo, según la técnica “clásica” de carving, el esquiador acaba el viraje con los ejes de pies, rodillas, caderas y hombros completamente perpendiculares a los esquís. las consecuencias son:
1º excesivo apoyo sobre el esquí interior, que provoca inestabilidad.
2º esto conlleva que el esquí exterior no reciba toda la presión que debería, lo que perjudica el apoyo y la conducción del viraje.
3º sin contrarrotación no existe una preparación del cuerpo para anticipar la siguiente curva, lo que nos va a convertir en esquiadores lentos, porque el cambio va a ser lento.
Con contrarrotación
En este caso, en cambio, vemos que el esquiador termina el viraje con los ejes de caderas y hombros buscando la línea de máxima pendiente (es decir, contrarrotando). Esto le permite:
1º tener un mayor apoyo en el esquí exterior, dándole la importancia justa y necesaria al esquí interior, pero no más.
2º controlar la trayectoria, al trazar con el esquí exterior la dirección deseada en el final de curva.
3º prepararse con suficiente anticipación para el siguiente viraje, pues antes de iniciarlo ya está mirando en la dirección que ejecutará esa próxima curva. en definitiva, el esquiador tiene solidez en los pies, mejor estabilidad y más agilidad en el momento de ejecutar el cambio.
Consejo
Para empezar a practicar la técnica de esquí de contrarrotación, un buen ejercicio es adelantar el brazo interior con respecto al exterior al final del viraje, ayudando así al eje de los hombros a buscar la pendiente.
Texto: Dani Maza, demostrador de esquí.
Esquiador: Dani Maza, demostrador de esquí.
muchos esquiadores lo practican de manera natural… la disociacion de parte baja y alta del cuerpo no es nuevo….y sobre todo cuando se esquia mas agresivamente se tiende a realizar la contrarotacion naturalmente