Técnica de esquí: Conduciendo con los brazos
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Técnica esquí: conduciendo con los brazos

No pretendo crear confusión con el titular de este artículo, ya que creo que todo el mundo sabe que se esquía con los pies y las piernas y que la conducción de un viraje es ejecutada por nuestro tren inferior. Pero desgranar la técnica del esquí alpino hablando solo de pies y piernas sería un error.

Lo que hoy vamos a explicar aquí nos ayuda, precisamente, a esa conducción que llevan a cabo nuestras extremidades inferiores. ¿Qué hacemos con nuestros brazos cuando esquiamos? ¿Hacen lo que ellos quieren? ¿O lo que tú quieres? Llevar los brazos en su sitio y moverlos como corresponde en cada momento del viraje es vital a la hora de ejecutar la conducción.

Como he dicho muchas veces, en el esquí no podemos desmembrar las labores de cada parte del cuerpo. Todo está conectado y, como si de un dominó se tratara, cada movimiento se ve afectado por el anterior. Por ello, saber qué hacer con los brazos es muy importante para que nuestras piernas optimicen su objetivo.

Muchos me dicen que no saben qué hacer con las manos, que no saben dónde ponerlas. No es fácil. Lleva mucho tiempo definir una posición de brazos cómoda y a la vez eficaz. Primero hemos de entender cuáles son sus funciones, para después poder, de una forma lógica, encontrar su sitio.

En parado. Posición básica

Como se aprecia en la imagen, los brazos han de ir lo más naturales posible. Es muy importante no dejar que caigan las manos, ni tampoco levantarlas en exceso; de ahí que sea tan complicado a veces sentir dicha naturalidad.

Tengo que levantar las manos, flexionando los codos, hasta que queden dentro de mi campo de visión. Pero, como he dicho antes, sin pasarnos. Los brazos van a controlar parte de nuestro equilibrio y nos van a ayudar a centrar la posición. Si los dejamos caer, se llevarán el centro de gravedad hacia atrás y nos perjudicaran mucho.

Para evitarlo, es importante mantenerlas siempre a la vista, pero con mucho cuidado de no tirar en exceso hacia delante, porque si no, ocurrirá el efecto contrario: al adelantar demasiado los brazos, bloquearemos los hombros y llevaremos inevitablemente nuestra cadera hacia atrás. Por eso hay que buscar una posición natural, que nos ayude a estar lo más centrados posible de una forma cómoda, sin exagerar nada. Ni muy altos, ni muy bajos. Donde nos sintamos mejor.

En movimiento

 

En acción, la cosa cambia. De un vistazo rápido a la secuencia se puede apreciar que los brazos no están en ningún momento en el mismo sitio; y eso, queridos amigos, significa que hemos de ir ajustándolos en cada momento según lo que nos pida la curva. Porque los brazos afectan (y mucho) a nuestra forma de trazar. Así que no deben ir a lo loco, donde ellos quieran. ¡Tenemos que dirigirlos!

En la fase de inicio vemos al esquiador en pleno techo del viraje, buscando el máximo de inclinación. Para poder inclinar en esta fase y dirigir la conducción, el brazo exterior –en este caso es el derecho– ‘empuja’, ayudando al cuerpo a lanzarse al interior a través de una rotación que dicho brazo provoca. Sin este empuje, la rotación que se produce en el tren superior y que nos ayuda a ese lanzamiento al interior del viraje no sería eficaz, por lo que la inclinación vendría mucho más tarde o, simplemente, el esquiador no se inclina.

Si pasamos al último fotograma y para contrarrestar, vemos que los brazos han recuperado cierta calma. El derecho ha dejado de empujar, hemos pasado la fase de inclinación y tenemos otras necesidades, por lo que los brazos han de cambiar de actitud, en busca de moverse ya hacia la siguiente curva.

El primer fotograma nos viene muy bien para entender lo que ocurre en la última imagen de la secuencia, porque es el momento del cambio de un viraje a otro, justo antes de lanzar el cuerpo hacia el interior en busca de la inclinación. Vemos cómo los brazos, de una forma activa, están esperando ese momento de ser lanzados. ¡Es en el instante en el que el brazo interior pasa a ser exterior –justo el momento del cambio– cuando empieza el famoso empuje que comentamos en la imagen 2!

En ningún momento de la secuencia, el brazo interior hace otra cosa más que equilibrar. No lo podemos dejar atrás, debemos mantenerlo siempre a la vista, y eso, sobre todo en la parte final, es lo más difícil, ya que el exterior venía empujando y provocando una rotación que, precisamente, hemos de parar sacando el brazo interior. Frenamos ese movimiento circular para poder ir en busca de la siguiente curva.

Consejo

Siempre hay que mover los brazos sin exagerar los movimientos. Cuando hablo de empuje, lo digo con moderación, porque es muy fácil pasarse. Hemos de moverlos con sutileza. Aunque nos parezca que es insuficiente, es mejor progresar poco a poco e ir viendo cómo afecta esto a nuestros esquís. Es cierto que, conforme la velocidad es más alta, el empuje crece en proporción. Pero, para empezar, mi consejo es ir con calma.

Fotos: Jesús Andrés Fernández
Esquiador: Dani Maza

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1 comentario en «Técnica esquí: conduciendo con los brazos»

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