Valdezcaray, La Rioja: Vino, pinchos y nieve

Valdezcaray, La Rioja: Vino, pinchos y nieve

La Rioja condensa lo mejor de España: gente abierta, un gran valle fluvial del que salen los mejores vinos y una sierra, la de la Demanda, con una estación de esquí pequeña pero un entorno que la hace enorme.

Texto:Toti Rosselló - Fotos: Alex Font, Marc Gasch, Hotel Echaurren, Valdezcaray

Los que estamos acostumbrados a los Pirineos o Sierra Nevada miramos por encima del hombro todo aquello que no sea nuestro territorio. Por eso cuando uno viaja a Valdezcaray lo hace con unas expectativas discretas que una vez allí se convierten en las más absolutas alabanzas. Valdezcaray es una estación pequeña, de 20 km de pistas, pero con mucha alma. Su público es fundamentalmente riojano y vasco que, además de buscar un buen día de esquí, viene a la estación a disfrutar de la tranquilidad y buena comida del pueblo de Ezcaray. En pistas Hay dos tipos de públicos bien diferenciados que acuden a la estación. El familiar que se queda en los 20 km de pistas que se disponen entre los 2.125 m de la cota máxima del telesilla Campos Blancos y la base de la estación a 1.530 m. La zona clave si se esquía en familia es la cota 1.620 m, donde están las escuelas de esquí, el alquiler y el bar. Circundan este área tres telesquís para¡ principiantes y un telesilla, el de Salegares, muy facilito. Esta área es la que acoge más volumen de esquiadores que empiezan, por lo que si se ostenta un nivel suficiente, lo ideal es poner rápidamente esquís en polvorosa. El telesilla Rehoyo nos saca de este embudo y transporta hasta la cota 1.800, donde los telesillas Colocobia y especialmente Campos Blancos permiten disfrutar de la estación en su vertiente más alpina. Este último es el que nos sitúa a 2.125 m, justo 200 m por debajo de la majestuosa cumbre del San Lorenzo, el pico que domina la estación. Las pistas a destacar desde la cima son las negras Pala Fuerte y La Ese (cuidado con las grandes piedras en según qué partes del trazado). Desde lo alto del telesilla Colocobia, la pista del mismo nombre es ideal para un buen calentamiento, pero quizá la más bonita de toda la estación sea Dos Torrentes, accesible desde Colocobia, por las excelentes vistas que permite tanto de la cordillera cantábrica muy a lo lejos como por la visión del pequeño pueblo de Urdanta escondido en el vallecito en el que desaguan las pistas. Además, Dos Torrentes es el segundo trazado más largo de la estación, al sumar 1.500 m de longitud. Más allá de pistas Esquiar en Valdezcaray y quedarse solo en pistas es desaprovechar buena parte del encanto de este rincón de la sierra de la Demanda. Toda la cara norte del pico San Lorenzo, absolutamente visible desde el telesilla Campos Blancos, es un terreno abonado para el freeride. Los tubos de la Ese son una serie de torrentes cortos pero contundentes que bajan paralelos a la pista que les da nombre. Por otra parte, más hacia el oeste, los imponentes tubos de la Hoya son couloirs más largos con algunos que llegan a los 50 grados de inclinación. Evidentemente, recomendamos meterse en estos fregados sólo si se va acompañado de un guía local. En la Escuela Polideportiva de Valdezcaray podéis preguntar por Aitor Ortiz de Mendibil, que os acompañará si las condiciones lo permiten y se bajará esas burradas en telemark (el hombre es de Bilbao). Cambiando de vertiente del San Lorenzo, por su cara sureste se abre el valle del Calamantio. Una explosión de luz y de color a lo Marisol si venimos de la umbría cara norte. El acceso es extremadamente fácil, ya que el telesilla de Campos Blancos nos deja ya en una zona muy franca, que permite el descenso directo. Sin embargo, recomendamos subir foqueando o con los esquís al hombro los 200 m de desnivel hasta la cima del San Lorenzo, a 2.363 m, para disfrutar de una bajada más larga. Desde esta cima hacia el suroeste destaca la Pala Bonita, que con mucha nieve puede permitir descensos de hasta 1.000 m de desnivel. Hacia el sureste, las palas que bajan hasta el valle del Calamantio son más fáciles y permiten deslizar entre 500 y 600 m de desnivel. Por su orientación en estas zonas, la nieve transforma rápidamente, por lo que debemos estar especialmente atentos al riesgo de aludes y cambios repentinos de nieve a medida que se baja de altura. En el pueblo Ezcaray, a unos 15 km de la estación, es un pueblo con larga tradición turística especialmente en verano. No obstante, con la inauguración oficial de Valdezcaray en la temporada 1975-1976, los deportes de invierno se han ido convirtiendo en otra fuente de ingresos básica para la comarca. Pocas estaciones de esquí españolas pueden ofrecer en su valle de influencia un restaurante dos estrellas Michelin. Pero además de este nivel culinario estratosférico, tanto en la plaza de la Verdura como en la del Quiosco hay montones de bares en los que tomar un corto con pinchos como los de pimientos rellenos, croquetas de la abuela (de las de verdad), alcachofas rellenas, chorizo picante, patatas a la riojana y un largo etcétera. Locales como el Masip, Satorre, Lorca o Moderno ofrecen lo mejor del terruño rojizo riojano. Bajar de pistas y no visitar los bares de Ezcaray debería ser pecado capital. Sin duda, la autenticidad del pueblo de Ezcaray y su calidad de vida es lo que hace realmente atractivo este viaje en el que se puede descubrir el auténtico apreski a la española alejado de las monstruosas cervezas centroeuropeas y las digestiones imposibles del fondue savoyarde. Más información: www.valdezcaray.es

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