Zinal Anniviers, el valle del Freeride

El valle de Anniviers es un destino menos conocido que sus vecinas Verbier o Zermatt.

Zinal Anniviers, el valle del Freeride

El valle de Anniviers es un destino menos conocido que sus vecinas Verbier o Zermatt. Una ventaja añadida para disfrutar de las excelentes condiciones de fuera-pista de este espectacular y escondido rincón del Valais suizo.

La autopista suiza A-9 es, para cualquier esquiador, una verdadera autopista -valga la redundancia- hacia el cielo. Desde Ginebra, una vez que hemos bordeado todo el lago Léman, se adentra en el valle de Ródano, puerta de acceso a destinos como Les Diablerets, Verbier, Crans Montana, Zermatt o Saas-Fee. Un poco antes de llegar a Visp, la localidad desde la que se accede a estas dos últimas estaciones, está Sierre, punto de entrada a Anniviers, donde abandonamos la plácida y monótona autopista para ascender por un angosto valle a través de una retorcida carretera entre enormes y verticales montañas. El volante de nuestro coche no tiene descanso mientras atravesamos pequeños pueblos alpinos hasta llegar a Zinal, un lugar poco interesante para los operadores turísticos, pero un referente entre la comunidad freerider.

Anniviers no es un destino para todos los públicos. Sólo los auténticos sibaritas del esquí apreciarán de verdad las excelencias de este valle del Valais. Situada a 1.675 m de altitud, Zinal es la última localidad, un pequeño pueblecito de alta montaña semisepultado por la nieve, conformado por pequeñas casas de madera. Un lugar pintoresco y con un encanto especial.

A primera hora de la mañana viene a nuestro encuentro Benoist Germann, nuestro guía. Un veterano -59 años- y curtido profesor de la escuela de esquí de Zinal que nos enseñará lo más interesante del área esquiable. Salimos del hotel con los ARVA activados, primera evidencia de que no va a ser un día cualquiera de esquí. Estamos en carnaval y en el pequeño pueblo hay cierto bullicio. Caminamos un centenar de metros hasta el teleférico, donde un numeroso grupo de esquiadores hace una cola que nosotros esquivamos siguiendo a nuestro anfitrión por una escondida puerta lateral -“sólo escuela de esquí”-.

El teleférico se eleva sobrevolando el espeso bosque hasta Sorebois, a 2.400 m, el núcleo principal de la estación. Desde aquí se divisa la práctica totalidad del dominio, que ocupa un enorme anfiteatro en el que se intercalan algunas pistas pisadas con grandes zonas de fuera-pista totalmente rayadas por infinitas huellas. Todavía nos estamos ajustando los cierres de las botas cuando Benoist sale disparado hacia abajo, hacia el telesquí Tzarmettaz, por una zona sin pisar que esconde bajo cuatro dedos de nieve virgen una auténtica pista de motocross donde calentamos de forma poco recomendable nuestra musculatura.

Mientras el arrastre tira de nosotros montaña arriba constatamos que la red de remontes es modesta, tanto en número como en tipo: abundancia de telesquís, más dos telesillas desembragables de 4 plazas y el teleférico que sube desde el pueblo. Sin embargo, el dominio es bastante más grande de lo que aparenta sobre el mapa.

Desde la silla Corne de Sorebois, en el extremo derecho, hasta el telesquí Combe Durand se abre una enorme superficie en la que apenas hay dos pistas preparadas; es la zona que los locales denominan “des Italiens”, en referencia a que los primeros profesores de Zinal eran italianos. Vamos descubriendo el dominio, tocando poca pista a pesar de que está en excelentes condiciones y buscando los pocos rincones de nieve virgen que quedan por pisar. De regreso a Sorebois nos desviamos hasta el largo telesquí Combe Durand, que aparentemente delimita la estación por su lado izquierdo. Y decimos aparentemente porque en realidad es el ascensor que nos lleva a la Freeride Area, sin duda lo mejor de Zinal.

Se accede mediante una breve diagonal, tras dejar atrás las preceptivas señales de advertencia de incursión en terreno no controlado. Es una amplia zona donde podemos elegir entre bajar directamente, caminar un poco en busca de palas más solitarias o incluso remontar con pieles de foca para alejarnos hasta encontrar líneas vírgenes y solitarias.

La Freeride Area es una enorme golosina, amplia, variada y con pendiente, con zonas abiertas y algunas alternativas entre rocas. Es nuestra primera bajada de verdad del día, por lo que decidimos descender directamente. La nieve está muy trillada, pero la calidad es excelente, así que tomamos de nuevo el telesquí con intención de buscar algo más. De regreso a la Freeride Area, cargamos los esquís en las mochilas y remontamos a pie durante media hora, hasta una zona que comienza entre grandes rocas y que pinta muy, muy bien. Los primeros virajes confirman que hemos acertado… el esfuerzo ha valido la pena.

La nieve está inmejorable, mucho mejor de lo previsto, y es sorprendentemente profunda. Nos entretenemos haciendo una buena sesión de fotos que no nos impide disfrutar de la bajada, pero cuando David guarda la cámara es ya un poco tarde, así que en lugar de regresar hacia el núcleo de Sorebois prolongamos el disfrute bajando hacia el pueblo, siempre por fuera-pista, efectuando un largo recorrido por terreno variado y con constantes cambios de pendiente.

Son 1.200 metros de desnivel off-piste hasta Zinal, exceptuando el último tramo por la variante negra de la Piste de l’Aigle, un adrenalínico muro no apto para los que padecen vértigo. Está impecablemente fresada y compactada por las pisanieves, es un auténtico estadio que no desmerecería como exigente escenario de una prueba de Copa del Mundo, donde ponemos a prueba el agarre de los cantos de nuestros esquís. El intenso y largo descenso termina en un suave camino de enlace que nos lleva directamente hasta nuestro hotel.

Nuestra primera jornada en Anniviers no ha estado nada, nada mal.

Al día siguiente nos acompañan, además de Benoist, Olivier, un entusiasta de Zúrich que viene a Zinal cada fin de semana, y Gerald Cretin, un jubilado de 66 años que dedica su tiempo libre a esquiar. Nos explica que lleva ¡cinco! bypass en el corazón, pero que está en plena forma. A primera vista no parece un gran grupo, pero tras comprobar con Benoist el día anterior que las apariencias, a veces, engañan, tanto David como yo preferimos no hacer juicios a priori.

El programa pinta bien, ya que enlazaremos algunos de los recorridos fuera-pista más significativos de Zinal y sus vecinas Grimentz y Vercorin. Remontamos de nuevo con el teleférico Sorebois, el telesquí Tzarmettaz y la silla cuatriplaza desembragable para alcanzar la cota máxima de Zinal, a 2.896 m, junto a la cumbre de Corne de Sorebois. Desde allí, la idea es descender hacia Grimentz por un valle apartado de la estación, en el que nos adentramos por una pista de enlace que abandonamos al cabo de poco para, esquís al hombro, crestear hasta la Pointe de Tsirouc.

La vista es magnífica y ante nosotros se abre un largo y tentador descenso de freeride. Benoist y Gerald, expertos conocedores de la zona, dirigen el grupo. Hace tres semanas que cayó la última nevada significativa, pero encontramos polvo profundo y suelto. Mientras nuestros anfitriones se desenvuelven con sorprendente soltura, yo ejecuto una acrobática voltereta a poco de comenzar la bajada y la nieve se me cuela hasta lo más recóndito de mi indumentaria…

En la parte baja, tras enlazar diversas palas, nos adentramos en un bosque con nieve irregular en el que es inevitable ejercitar un esquí poco académico para progresar; es el toque agro de un descenso magnífico. En un claro del bosque nos detenemos en una cabaña que se utiliza habitualmente en verano para controlar el ganado; es sencilla pero confortable, en el altillo incluso tiene una acogedora habitación. Benoist nos obsequia con embutido y vino típico de la zona y treinta minutos de gloria más tarde nos calzamos de nuevo los esquís para acabar el descenso, que desemboca en un camino de enlace hasta la base de Grimentz.

Grimentz es el área esquiable más popular y frecuentada de Anniviers. Las casas, típicos chalets suizos de madera, se reparten por la ladera de la montaña. Aunque la recorremos sólo de paso, disfrutamos de unas pistas impecablemente preparadas y un entorno más diverso que el de Zinal (Desde este invierno, ambos dominios están conectados mediante un moderno teleférico).

Subimos con los telesquís Lona 1 y 2 hasta la cota máxima, a 2.900 m, bajo la cumbre de Becs-de-Bosson (3.149 m), donde nos quitamos los esquís y remontamos unos minutos a pie hasta el collado para dejar atrás la estación y adentrarnos en el Vallon de Réchy, un enorme y solitario valle que rápidamente queda bautizado como “randopark”, en alusión a su idoneidad como escenario para esquí de travesía.

Abandonamos la civilización, y tras superar unas primeras palas en las que debemos tener cuidado con las rocas ocultas bajo la nieve, nuestros veteranos anfitriones van eligiendo sucesivamente las mejores líneas, cargadas de polvo de excelente calidad. Perdidos en la inmensidad de este parque natural, disfrutamos hundiendo nuestros esquís a lo largo de un interminable descenso. Finalmente, la pendiente se suaviza e iniciamos una travesía de media hora, primero por el fondo del valle y después atravesando un bosque hasta desembocar en las pistas de la estación de Vercorin. A tenor del ritmo de marcha que imprime Gerald al frente del grupo, me pregunto si entre los cinco bypass que lleva en el corazón no le pusieron algún turbo…

Ya en terreno pisado bajamos hasta el refugio-cafetería L’Etable, donde nos espera una deliciosa fondue cuya especial receta la dueña se niega a desvelar, a pesar de la insistencia de Benoist. Tras la comida descendemos hasta la base de Vercorin por pistas que recorren el bosque.

El escenario entre árboles, es muy diferente al de Zinal o Grimentz, más acogedor. Con la barriga llena de queso, el ritmo debería ser aconsejablemente tranquilo, pero Benoist, definitivamente, tiene una idea diferente del concepto calentamiento. La jornada finaliza, nos apretamos en el coche de Olivier y a las cinco de la tarde estamos de regreso en Zinal. Habíamos salido a las nueve de la mañana. Un gran día, sin duda.

Después de dos memorables días de freeride, el siguiente lo dedicamos a esquiar en pista. En la vertiente de este del valle están los dominios de St-Luc y Chandolin, conectados entre sí. Es probablemente la zona más completa, 75 km de pistas con mucha variedad pero también mucho fuera-pista y líneas extremas.

Hoy nuestro anfitrión es Martin, responsable de la oficina de turismo, que imprime a la visita un ritmo alto y sin paradas. Las pistas son muy variadas y están impecablemente preparadas, un gustazo para la conducción de los esquís. Especialmente divertida es la que desciende hasta la base del telesilla cuatriplaza Le Rotzé, que en su tramo final se adentra en el bosque trazando pronunciadas curvas y rasantes. En todo caso, la tónica no cambia: sólo hay dos telesillas, el resto -hasta once- son telesquís, algunos de ellos muy largos y con diversos cambios de dirección para adaptarse al relieve. El de Le Col des Ombrintzes, cuyo tramo final es muy pendiente, permite acceder a la cresta que delimita St-Luc con Chandolin. Es terreno 100 % freeride, una espectacular sucesión de couloirs y palas extremas donde se celebra cada año una prueba de calificación para el Freeride World Tour. Hay muy poca gente y en algunas pistas estamos completamente solos, todo un lujo. Lo sorprendente es que Martin nos dice que estamos en temporada alta y que es la máxima cantidad de gente que suele haber en la estación.

En el extremo norte de St-Luc están los telesquís Pas de Boeuf y el Bella Tola, que sube hasta la cota más alta del dominio, a 3.000 m. Las vistas son impresionantes, con los cinco picos de la Corona Real (Weisshorn, 4.505 m; Zinalrothorn, 4.221 m; Obergabelhorn, 4.063 m; Matterhorn; 4.477 m, y Dent Blanche, 4.358 m) en el horizonte. Pero el descenso es todavía mejor: un trazado muy ancho y con pendiente en el que estamos completamente solos, por lo que dejamos correr los esquís con largos virajes de un lado al otro de la pista. Es la penúltima sorpresa de nuestra estancia en el valle de Anniviers, porque a media bajada nos espera la pisanieves del Weisshorn, que nos llevará a comer hasta este insólito hotel de finales del siglo XIX, en medio de la montaña nevada.

En el extremo norte de Saint-Luc, más allá del área esquiable, se encuentra el Hotel Weisshorn, un aislado edificio del siglo XIX a 2.337 metros de altitud que en invierno es accesible sólo desde pistas, con esquís de travesía, raquetas o mediante el servicio de ratrac del propio hotel. Un lugar pintoresco y apartado donde podemos comer mientras disfrutamos de unas vistas magníficas sobre el valle de Anniviers. Está abierto desde Navidades hasta final de abril y, por supuesto, es posible alojarse en alguna de sus treinta habitaciones y disfrutar de una experiencia sin duda diferente. Más información en www.weisshorn.ch.

No, el valle de Anniviers no es sólo para los amantes del fuera-pista. Pero tampoco es un destino turístico a la usanza. Aquí no encontraremos el bullicio habitual de una gran estación de esquí, ni una red de remontes de última generación, ni una infraestructura hotelera moderna y con todas las comodidades. Anniviers es para entendidos, para verdaderos aficionados que anteponen la calidad del esquí a cualquier otra consideración. Tendrás que moverte en coche de una a otra estación, recuperarás la sensación de dejar deslizar los esquís por la nieve mientras el telesquí te sube a lo más alto y disfrutarás de kilómetros de pistas poco transitadas y muy bien preparadas, en un incomparable escenario de alta montaña. Y si la nieve acompaña, contrata los servicios de un guía que te enseñe los rincones más escondidos y mágicos del valle. Si te atreves, no dudes en contactar con nosotros y te daremos el teléfono de Benoist Germann y su amigo Gerald Cretin… ¡pero asegúrate de que podrás seguirles el ritmo!

Zinal-Anniviers en datos

Cotas máxima/mínima: 2.880/1.670 m (Zinal), 2.920/1.600 m (Grimentz), 2.980/1.650 m (St-Luc/Chandolin), 2.374/1.322 m (Vercorin)

Extensión: 220 km de pistas

Pistas, nº y tipo: 17 (Zinal). 4 difíciles, 11 medias, 2 fáciles

Remontes, nº y tipo: 45 (Anniviers), 9 (Zinal): 1 teleférico, 2 telesillas cuatriplaza, 6 telesquísCapacidad: 36.020 esquiadores/hora (Anniviers), 8.200 (Zinal)

Nieve artificial: 32 km innivados

Más información: www.sierre-anniviers.ch, www.rma.ch

Precio forfait: Seis días adulto, 250 SFr; un día adulto, 50 SFr. Un día júnior, 43 SFr. Un día infantil, 30 SFr.[/box]

Datos de interés

Situación

Anniviers es un angosto valle de alta montaña en el Valais, de orientación norte-sur. En el extremo norte, en la parte más alta, la última localidad es Zinal, a 1.670 m.

Cómo llegar

Lo mejor es volar con Swiss a Ginebra. Desde el aeropuerto tenemos 199 km (unas 2.30 h) hasta nuestro destino, todos de autopista hasta Sierre; desde ahí nos adentramos en el valle, subiendo por una espectacular carretera de montaña. Es aconsejable disponer de vehículo propio para poder moverse con autonomía por todo el valle.

Dónde dormir

Nosotros elegimos como base Zinal, por su freeride. Nos alojamos en el Hotel Europe***, sencillo pero con todas las comodidades básicas. Las localidades de Grimmentz, St-Luc y Chandolin tienen más vida. En St-Luc está el exclusivo Hotel Bella Tola****, impregnado de un peculiar ambiente retro. En Anniviers predomina el alojamiento económico, hay muchos albergues y pensiones. Más información en www.sierre-anniviers.ch.

Para comer

A nuestra llegada vale la pena que nos hagamos con un ejemplar del Anniscope, una pequeña guía informativa de todo el valle donde, entre otras cosas, tenemos la lista de lugares donde comer. No hay que dejar de probar algún plato de embutidos típico del Valais y, por supuesto, el queso en cualquiera de sus variantes: fondue, raclette o crouton (pan con queso fundido encima).

Alternativas al esquí

Anniviers, y sobre todo Zinal, es un destino en el que el esquí es el principal objetivo. No obstante, un sencillo paseo por los pueblos del valle nos impregnará del ambiente tradicional de alta montaña. En St-Luc y en Zinal hay sendas pistas de hielo descubiertas, de acceso libre. Podemos acercarnos a visitar el Hotel Bella Tola en St-Luc, que data de 1859; también tenemos el observatorio astronómico François-Xavier Bagnoud, www.ofxb.ch.

Para salir de marcha

Poca fiesta por estos lares, no te vayas hasta Anniviers si lo que buscas es vida nocturna. En Zinal tenemos el bar Le Pub y poco más. Tienes alguna disco en Chandolin… pero a las 2 a.m., todos a dormir.[/box]

El análisis de Solo Nieve

Pistas

En el valle de Anniviers, el freeride es lo más interesante, pero las pistas no desmerecen en absoluto. Especialmente en Grimentz y en St-Luc/Chandolin, ambas con terreno muy variado y buena preparación de pistas.Vale la pena variar y esquiar en todas las zonas.

Remontes

Si eres un nostálgico del telesquí, ya tienes un motivo más para viajar a Anniviers. Mayoría absoluta de arrastres en todas las estaciones, aunque también hay sillas (tanto de pinza fija como desembragables), telecabinas y teleféricos.En diciembre del año que viene está previsto que se inaugure el teleférico que conectará Grimentz con Zinal.

Cafeterías

Nada que objetar al respecto. Suficientes y repartidas por los diversos dominios. La escapada al Hotel Weisshorn (www.weisshorn.ch), en St-Luc, es algo especial. Y no te pierdas la fondue de la Cabane l’Etable, en Vercorin… ¡exquisita!

Acceso a pistas

Es directo desde el núcleo urbano en cada uno de los dominios, caminando o con el servicio de bus gratuito que enlaza los pueblos. Es muy aconsejable tener vehículo propio.

Para aprender

Cada estación tiene una única escuela oficial, la Ecole Suisse de Ski y Snowboard, que imparte cursos de todo tipo. En Grimentz, además de la ESS, está la Ecole de Ski Internationale.Más interesante es contratar un guía que nos lleve a las mejores líneas de fuera-pista. En cualquiera de las escuelas y también en la oficina de guías de montaña, info@guides-anniviers.ch.

Precios

El forfait es único para todas las estaciones y los 50 francos del pase de día corresponden a 41 € aprox. Estamos en Suiza, pero Anniviers no es un destino turístico, y esto influye positivamente en los precios.

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